La intencionalidad de Neiva. Por Carlos Eduardo amézquita

Todo asentamiento urbano obedece a una intencionalidad simbiótica de intereses propiamente humanos que son potencializados y facilitados, desde luego, por la gestión de la naturaleza, enlazándose en forma de metáforas e imaginarios que perduran secularmente Todo asentamiento urbano obedece a una intencionalidad simbiótica de intereses propiamente humanos que son potencializados y facilitados, desde luego, por la gestión de la naturaleza, enlazándose en forma de metáforas e imaginarios que perduran secularmente, en la mente y genética de sus gentes, habitando las culturas y los territorios ciudadanos y los “no – ciudadanos”.

En el texto “Neiva Conexión Posible” desarrollé una interesante epistemología de la ciudad con la pretensión de interpretar con sentido profundo y/o accidental dicha  intencionalidad, que se corresponda con su construcción social, en su propio contexto histórico y ambiental.

Al hacerlo me encontré con una construcción simbólica – subyacente/ inmanente y particular que deseo compartir con mis lectores, una especie de “precinto” indeleble (sello de garantía o impronta) esparcido por toda la ciudad:

“Neiva, Protegida  y abastecida “entre ríos”, amurallada “entre cordilleras” encumbradas, asoleada por la alta luminosidad del sol y fuertes corrientes de energía cósmica, lugar estratégico para guarniciones y comerciantes (lugar de las oportunidades), paso obligado “entre dos océanos”, atravesada en su esencia por la multiculturalidad y la biodiversidad, cruce de caminos, de encuentros y desencuentros, en la noche y en el día de los tiempos”. En una construcción intersubjetiva, como la que les presento, las palabras, los hechos y el territorio, hacen unidad, representan rupturas y fisuras, en forma armónica, estética y mística, una visión integral de los acontecimientos sociales y naturales sucedidos en la historia y prehistoria de Neiva. Ella es organismo vivo, conflictivo, contradictorio, reproductivo, contiene equilibrios y desequilibrios, que se reproducen y quebrantan de tiempo en tiempo, irritable, impredecible, latinoamericana, pero amable y bella. Produce y consume energía, como todo ecosistema, para sostener y proyectar su desenvolvimiento y vocación regional – territorial. En sus 400 Años alardea con optimismo sobre su futuro promisorio (al 2032). Un ecosistema emblemático sin centro histórico reconocido, alterado por  incontables problemas, pobreza, informalidad, subnormalidad, delincuencia, violencia desbordada, movilidad caótica, contaminación creciente y corrupción institucionalizada, espacio público privatizado, entre otros. Aceptamos que las representaciones y construcciones simbólicas de los neivanos, determinan los usos y vida cotidiana de la ciudad. Coletón: No es conveniente que la corrupción, la delincuencia, la contaminación, la inseguridad y los automotores, alteren nuestra confianza en Neiva.

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