Con una legalidad todavía cuestionada y una legitimidad absolutamente en veremos, la "Justicia especial para La Paz" (JEP) camina por la cuerda floja.
Por un lado, en el Congreso avanza el proyecto de acto legislativo que tendría que revestir de legalidad la JEP. Por el otro lado, se adelantan contactos para que no solo los miembros de la guerrilla se sometan a ella sino también para que combatientes y no combatientes del establecimiento y la derecha puedan aterrizar allí. De esto última dependerá en buena parte el asunto de la legitimidad del sistema de justicia transicional.
En el primer escenario, el del parlamento, los votos escasean y tras su aprobación en segundo de cuatro debates, el gobierno se dio cuenta que si no se pone las pilas con los legisladores, algunos pueden terminar deslizándose hábilmente y dejarlos colgados de la brocha en el Senado. Al procurador y al fiscal no les gustan varios aspectos de la dichosa JEP. El jefe del ministerio público, Fernando Carrillo, ha dicho que es inexplicable que su entidad quede de taquito por fuera de este sistema. El fiscal, entretanto, formula reparos más que lógicos: ¿cómo es posible que no se aclare en el texto que quienes sigan cometiendo delitos después de firmados los acuerdos, puedan ser extraditados e investigados por la justicia ordinaria, sin problema? Absurdo, pero como están las cosas, así será.
Ahora bien, ha surgido un movimiento interesante en el segundo campo; el de la credibilidad y confianza del aparato que se está construyendo. Los exministros Diego Palacio, Sabas Pretelt y el exsecretario de la presidencia Alberto Velásquez estarían pensando seriamente en postularse para la JEP. Su argumento es que la reelección de Uribe, por cuyo trámite les condenaron, era un acto en el contexto del conflicto armado por cuanto se trataba de darle un periodo adicional a la seguridad democrática. ¿Los aceptarán en la JEP para demostrar que esto es con los de la izquierda pero también con los de la derecha uribista? ¿Podrá darle eso un tinte de legitimidad a un sistema que mucho lo está necesitando?
La JEP sigue siendo muy riesgosa pero si se ajustan las tuercas y si la inteligencia política de todos los bandos se pone al servicio de un modelo incluyente, puede convertirse en una oportunidad interesante para reducir la polarización y avanzar.