No pasaron cuarenta y ocho horas desde las imágenes que aparecieron de la juez Vivian Polanía interviniendo en una audiencia de carácter penal un tanto ligera de ropa y sin la toga exigida para tales ocasiones. La supuesta falta de decoro y aparecer frente a la cámara con un cigarro y desde su cama en medio de una audiencia judicial virtual hizo que la medida cautelar de suspensión se tornara inaplazable e inobjetable. El juicio inquisitorial a la hereje ya no tendría reversa, el reproche moral y la sanción disciplinaria se dio sin ningún reparo y sin ninguna posibilidad de escuchar razones para el caso de la disciplinada. La misma élite que quiere seguir administrando justicia sin querer nunca más dar la cara, ojalá sin prender la cámara, ojalá sin enfrentarse nunca más con los usuarios del servicio judicial, sin inmediación y cuidándose del contacto físico aun después de la pandemia, son los mismos que dejaron sin servicio y sin utilidad a todas las salas de audiencia que habían construido en el país después de haber superado la perorata de la importancia de la oralidad, de la trasparencia y la publicidad máxima en los juicios, son los mismos que ahora se escandalizan porque una cámara se prende y deja ver el contorno corporal despojado de toga, del hábito y la burka negra que debe cubrir hasta el tobillo para que no aparezca ninguna forma “provocadora o prevaricadora” Ya confirmarán sus medidas y justificarán sus sospechas para proceder con la ordalía del Juicio divino: eso mismo que reflejaba malignamente en su Facebook y hasta en el Instagram. – Mostrona e indecorosa gritan las magistradas más viejas y honorablemente curtidas, las defensoras de la moralidad pública. Son los mismos magistrados de la sala disciplinaria, los que fallan o deciden por presión social y a fuerza de la opinión pública que ellos mismos creen conocer e interpretar. Eso si, olvidando la situación laboral de los jueces de la república, los que siguen confinados y resguardados por la pandemia de las amenazas o de la soledad y el alejamiento social que les aconseja la misma judicatura, de tal manera que desconfíen de todo el que pretenda visitarlos en su despacho. Bueno y mientras tanto ¿Cuántos procesos disciplinarios se han abierto a los jueces y juezas que tratan a otros sujetos procesales con la punta del pie y sin decoro, sin reconocer la dignidad humana que suponen los abogados de las audiencias y las partes investigadas, indiciadas, imputadas, acusadas y juzgadas? Consten que no estoy solicitando aun que nos informen sobre los procesos disciplinarios para tantos Jueces que profieren diariamente sentencias verdaderamente arbitrarias y parcializadas y sin hacer tampoco siquiera alusión, a la jueza (pueden verla en Youtube) que grita en la audiencia y regaña al abogado por solicitar aplicación de un antecedente jurisprudencial obligatorio, aquella que dice que ella es caleña y no mojigata como las tolimenses. Debe ser que esa jueza si “entogada”, en nada se parece a la hereje que debe ser quemada en la hoguera.
