Después de la tormenta generada por las protuberantes fallas en el proceso electoral en las pasadas elecciones de congresistas, el Registrador Nacional del Estado Civil Alexander Vega continúa en el ojo del huracán por los desaciertos en su gestión y por la desconfianza que aún persiste en el escenario político actual, de cara a la primera vuelta para elegir presidente de la República.
Ahora se le une otro grave inconveniente: la declaratoria de inconstitucionalidad por vicios de trámite del nuevo Código Electoral, fallada por la Corte Constitucional en sesión de Sala plena, por no cumplir con las exigencias requeridas para la aprobación de leyes estatutarias.
Si bien el responsable de esta omisión es el propio Congreso de la República, las consecuencias las deberá enfrentar el Registrador, pues deberá seguir aplicando el viejo y obsoleto Código electoral aprobado por el entonces presidente Belisario Betancur mediante el Decreto 2241 de 1986.
El Legislativo cometió un elemental error al aprobar esta ley estatutaria en sesión extraordinaria, lo cual no está permitido de acuerdo a la normatividad constitucional vigente.
Esta declaratoria implica un retroceso en varias de las medidas aprobadas para modernizar el viejo Código, como la biometría para el voto electrónico, la ampliación de la jornada electoral y la paridad que garantizaría que el 50% de los aspirantes al Congreso fueran mujeres.
Y como si fuera poco, ahora el Registrador deberá enfrentar una acción popular que fue admitida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca y que busca sacarlo del cargo, debido a irregularidades denunciadas en las justas electorales de marzo. Además, existen indagaciones disciplinarias en la Procuraduría que cursan por los mismos hechos.
En medio de todas estas adversidades, el Registrador deberá enfrentar los reclamos del candidato perdedor –que muy seguramente se darán- gane el candidato de la izquierda, centro o derecha, amparado en los antecedentes del mes de marzo. Si hay algo definitivamente inconveniente en unas elecciones, es tener desconfianza en el organizador.