La Nación
La minga como espectáculo 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La minga como espectáculo

 

Germán Palomo García

La “minga quiteña”, es la mejor expresión de trabajo colectivo con un objetivo común: Limpiar a la capital del Ecuador. Ese domingo, todos sus habitantes contribuyen a mejorar la cara de su morada en parques, avenidas, calles o, simplemente, su entorno más cercano. Como extranjero residente en el vecino país por cuatro años y medio siempre me sorprendió esa dedicación y manifestación de amor hacia su ciudad, algo que aquí no hemos aprendido a expresar. En Moscú, uno de los ritos de los recién casados es subir a las colinas Gori para apreciar, en todo su esplendor, a la ciudad en donde van a vivir. Otro es visitar la tumba del soldado desconocido para agradecerle haber dado su vida porque ellos puedan disfrutar el ambiente comunitario y la infraestructura construida para todos. Aquí a nadie agradecemos y hacemos “minga” para protestar y destruir mientras los verdaderos laboriosos  indígenas han tenido que orientar su trabajo colectivo (minga) mayoritariamente a defenderse del narcotráfico, proteger su identidad y a exigir a los gobiernos el reconocimiento de su existencia en los programas a los distintos niveles de administración pública.

El movimiento social (la nueva interpretación de minga) que ya está en Bogotá buscando entrevistarse con el presidente Duque, ha tenido un acompañamiento publicitario de los medios de comunicación inusitado, enorme. Han transmitido segundo a segundo como lo hacían en las vueltas a Colombia en los tiempos de Ramón Hoyos y Cochise Rodríguez el recorrido de “los mingueros”. “Ya llegaron a Calarcá; Ya están en Fusa…” Pero sin esencia. Como se dice de ciertos tamales en Popayán: “Mucho de hoja y poco de presa”. El porqué de la marcha. Los politiqueros, que no han respondido con sus tareas a sus electores, aparecen en los noticieros “esperando a la minga”. La verdadera gestión en favor de los indígenas, de los campesinos, de los microempresarios y de los hoy llamados “más vulnerables” en un entorno de alta desigualdad como el existente en Colombia es atender en el “aquí y ahora” a la comunidad con eficiencia y eficacia.

“Ser vivo”, o utilizar “la malicia indígena”, según el sabelotodo google es utilizar la astucia  como el engaño, o la omisión- para lograr objetivos o beneficio propio. Aquí cabría preguntarnos: ¿Quién engaña a quién? ¿Por qué aplaudimos la malicia indígena como un estereotipo nacional y lo calificamos como un rasgo que nos salva en esta feroz competencia pero que es un gran insumo para la corrupción? Reflexionemos porque seguirán más mingas.