Una mirada hacia la familia
Consuelo Serrato de Plazas
Según Platón, el filósofo griego: «La música es para el alma lo que la gimnasia para el cuerpo».
Como es bien sabido a lo largo de la historia numerosas catástrofes sanitarias han sacudido a la humanidad. Estudios realizados en contextos de epidemias ponen de manifiesto que las emociones humanas que con más intensidad se activan durante estos inesperados eventos son el miedo y la ansiedad en sus diversas manifestaciones, como efecto del estado de alarma que provoca con innumerables efectos colaterales entre los que se destacan los trastornos emocionales que en ocasiones desbordan la capacidad de control y de paso alteran la calidad de vida de las personas.
Al margen de la actual crisis sanitaria una de las principales preocupaciones tiene que ver con el impacto en la salud mental de la población dada la amalgama de emociones que suscita, no solo por la situación de temor e impotencia que genera, sino también por la incertidumbre de no saber a ciencia cierta qué nos espera tras la crisis.
Pese a ello los seres humanos contamos con recursos para sobreponernos a los fuertes temporales y justamente en medio de la actual contingencia una de las técnicas de afrontamiento que podría resultar eficaz como soporte para aliviar sus efectos estresores se halla relacionada con el innegable poder de la música que opera según hallazgos científicos y académicos, como agente terapéutico en el bienestar emocional de las personas.
No le faltaba razón a León Tolstoi, el gran novelista ruso cuando afirmaba que «la música es la taquigrafía de la emoción». No en vano el informe «Música en Nuestras Mentes» destaca que existe clara evidencia sobre sus efectos benéficos toda vez que «escuchar la música que te gusta puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y disminuir la ansiedad».
De lo expuesto se infiere entonces que su influencia en la salud mental es tan inmensa que para Friedrich Nietzsche, uno de los pensadores modernos más influyentes: «Sin música la vida sería un error».