A Felipe Olave, nuevo dueño del periódico La Nación, no le vamos a decir lo que debe hacer, él lo tiene muy claro, pero sí le podemos exigir que cumpla su palabra.
En un discurso corto, pero claro, el empresario Felipe Olave manifestó que el relanzamiento del periódico La Nación es “en esencia una declaratoria de independencia”. Además, envió un fuerte mensaje a los políticos, recordando que solo dejando el “truquito y la maroma” se puede construir una mejor sociedad. Manifestó, además, que no está detrás de contratos con los alcaldes o gobernadores de turno, razón por la cual garantiza la imparcialidad del medio de comunicación.
Ante su discurso, veo una gran oportunidad de hacer las cosas diferentes, quiero ser optimista, creo que no podemos hundirnos siempre en la desesperanza y pensar que nada es posible.
Con todo y ello, considero que no es suficiente con darle a los periodistas la libertad de informar o de investigar y presentar sus conclusiones. Hay que redefinir el norte y las prioridades. Seguir mostrando en las portadas hechos violentos que generan miedo y continuar responsabilizando permanentemente al gobierno de cuanta cosa ocurra como ya es natural y cotidiano, es permanecer en la misma línea. Petro no es culpable de nuestras desgracias como huilenses.
La Nación debe dejar de lado la portada que muestra la foto de un hecho de violencia para poner en ella la foto del despacho del gobernador y los alcaldes, de los gerentes de los hospitales, de la rectoría de la Universidad Surcolombiana y otras entidades; es allí donde ocurren los verdaderos atracos a los dineros públicos. El periodismo regional no puede seguir postrado ante el poder económico y político.
Es necesario un cambio profundo, un periodismo valiente para garantizar la independencia. La verdad y la objetividad deben primar. La Nación – La Noticia Independiente – no puede ser únicamente un eslogan de marca, debe ser letra viva que ayude a construir una mejor sociedad; solo así se podrá cumplir su palabra, señor Felipe Olave.