Germán Palomo García
La información del DANE sobre el comportamiento de la economía en plena reactivación presentada la semana pasada señala que esta efectivamente se está dando, pero no contribuye a la reducción de la tasa de desempleo. En otras palabras, hay mejoras en los volúmenes de producción pero no en el mercado laboral que, asociado a la variable anterior, debiera generar mayor número de ocupados. Pero no es así. Para el director del DANE, y participo de este argumento, la pandemia ha obligado a los empresarios a aplicar lo que se conoce ya como “transformación digital” que es la incorporación de la tecnología a los procesos productivos o de servicios.
Hoy, la oferta de sistematización de diversas actividades es muy extensa y, con seguridad, está empezando a aplicarse en muchas empresas apoyada por otras tecnologías complementarias como el análisis de datos que contribuye a identificar a los clientes para llegarles con los productos que necesitan y conocer las tendencias mundiales con mayor precisión. Esta realidad es un mensaje directo al sistema educativo. La formación de nuestros jóvenes al igual que a los empresarios, muchos de ellos formados a pulso y poco creen en estas innovaciones, tiene que darse en este nuevo contexto: La innovación se sustenta en la aplicación de estas nuevas herramientas digitales y, estoy seguro, no habrá una disciplina que esté exenta de estas exigencias. Muchos analistas han expresado preocupación por el futuro laboral de nuestros hijos: “¿Se están formando para ser desempleados o con escasas posibilidades de participar en el nuevo mercado laboral, o la academia está entendiendo el mensaje y procediendo a incorporar en sus contenidos curriculares la formación en estas disciplinas? Lo ocurrido en la utilización de la virtualidad desnudó nuestras limitaciones en este campo tanto de docentes como de estudiantes.
El ejemplo más claro de esta respuesta que debe dar la academia está en la agroindustria. Ya no basta con crear programas en formación agroindustrial sin incorporar la innovación digital. El Huila tiene claras opciones de fortalecerse en estos renglones, particularmente en piscicultura y café y sus exportaciones han crecido significativamente, pero para consolidarse necesita generar valor agregado que afortunadamente se puede lograr gracias a la amplísima oferta de nuevas aplicaciones tecnológicas. No en vano la apuesta productiva del año 2000 se denominó: Agroindustria de base tecnológica. Y talento humano se tiene al igual que en la academia. Pero hay que dar el paso que nos hace falta: Aplicarlo.