La Nación
EDITORIAL

La ola de violencia

Como si fuera poco el dolor que produjo la muerte del abogado Javier Ordóñez bajo custodia policial, las malas noticias continuaron ayer en el país. Las protestas que se despertaron tras ese episodio de brutalidad policiaca terminaron en repudiables actos de violencia y vandalismo en varias ciudades, principalmente, en Bogotá.

El miércoles 9 de septiembre, día de los Derechos Humanos, se convirtió paradójicamente en una jornada de horror que se saldó con siete muertos y 248 ciudadanos heridos, 58 de ellos por arma de fuego. También hubo más de 50 instalaciones policiales afectadas, 17 de ellas correspondieron a Centros de Atención Inmediata, CAI, que fueron incendiados; así como más de 80 vehículos y motocicletas averiados y numerosos automotores de servicio público vandalizados.

Lo que los colombianos vieron a través de redes sociales fue, por un lado, unos manifestantes enardecidos y violentos, pero por el otro, una Policía desbocada y respondiendo con rabia y excesos, como si el caso del abogado Ordóñez no hubiese sido suficiente.

La propia alcaldesa de Bogotá, Claudia López, ha reconocido que la Policía violó la instrucción de no emplear armas de fuego durante las protestas sociales, por lo que desde ayer mismo emprendió una campaña de acompañamiento sicosocial y judicial para las personas que fueron víctimas de abusos policiales. Incluso, ha prometido llevar a la Procuraduría General de la Nación “todos los testimonios para que se investigue el uso indiscriminado de armas de fuego por parte de la Policía”.

Toda esta ola de violencia que vive el país está alimentada, en gran parte, por la crisis económica y social exacerbada por la pandemia. Los grupos ilegalmente armados se mueven a sus anchas, se dispararon las cifras de desplazamientos, la corrupción está más vigente que nunca. Se requieren hoy reformas profundas y urgentes para cambiar el rumbo de muchas instituciones. Pero, evidentemente, la violencia no nos va a llevar a ningún lado. Responder con violencia no va a cambiar el país.

“Lo que los colombianos vieron a través de redes sociales fue, por un lado, unos manifestantes enardecidos y violentos, pero por el otro, una Policía desbocada y respondiendo con rabia y excesos”