La Nación
La oración hidrata el alma 1 25 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La oración hidrata el alma

Froilán Casas Ortiz

Obispo de Neiva

En el camino de la vida todos pasamos noches oscuras; a veces nos encontramos como en un laberinto, no encontramos la salida; otras veces parece que nos encontramos al borde de un abismo y tenemos el gran temor de caer en él; otras veces, pareciera que caminamos en terreno movedizo; otras, ante un callejón sin salida, la angustia es cruel. ¿Quién no ha pasado por momentos difíciles? Una enfermedad terminal, un fracaso afectivo, un despido laboral, un fracaso en los negocios y planes de la vida. ¿Ante quién acudir? Sólo Dios es el sentido de la vida. ¡Cuántas personas en los momentos más difíciles se encuentran solas y abandonadas de los más cercanos! Entonces, ¿cuál es la salida? La experiencia espiritual. Nuestro Maestro, en la difícil hora del terrible e injusto juicio a que iba a ser sometido, ora en el huerto de Getsemaní, incluso sus más cercanos discípulos se duermen, entonces Él acude a su Padre y en Él encuentra  consuelo y  fortaleza. Fue en la cárcel, en el gulag de la Siberia en donde Alexander Solzhenitsyn descubre el valor del Evangelio; es en la cárcel en donde Fiodor Dostoiveski descubre el valor supremo de Dios, por eso escribe entre otras obras, Los Hermanos Karamazov, donde nos dice uno de sus protagonistas después de matar al anciano padre: “Si Dios no existe, todo es posible”. Hay muchos testimonios de prisioneros que “vivieron” en los campos de concentración nazi, como el sicoterapeuta, Viktor Frankl, quien escribió la famosa obra, El hombre en busca de sentido, fruto de su dolorosa y terrible experiencia en el infierno de Auschvitz, afirma que sin un sentido trascendente es imposible padecer tanta injusticia. Para triunfar en la vida hay que privilegiar lo espiritual, decía el gran gurú indio Gant Rajinder Sing quien vino a Bogotá en el 2007 a la inauguración de una escuela de meditación trascendental. Hubo centenares de escuchas, pagando boletas de alto precio. Decía, entre otras cosas: “En la meditación está la clave verdadera para el éxito y la felicidad”. Aconseja meditar diariamente, entre treinta minutos a dos horas. La mejor hora es la mañana. Decía, además: “Hay que encontrar la paz interior para darnos cuenta de que todos somos parte de un Dios y que Él nos puede ayudar a dejar de lado celos, odios y rencores”. Así crece el amor por los seres humanos. El bienestar interior se refleja también, en las relaciones con los demás. Los cristianos hemos descuidado e incluso olvidado la oración. Es triste constatar que se deja la riqueza de la espiritualidad bíblica por buscar otras propuestas venidas del Centro y Lejano Oriente, marcadas por escuelas de yoga, meditación zen y otras experiencias de auto-redención. No cabe duda que tienen sus bondades. Pero, tienen sus bemoles. ¡Cuidado, pica el anzuelo!