La Nación
“La pandemia no nos hizo más humildes” 1 23 abril, 2024
ENTREVISTA

“La pandemia no nos hizo más humildes”

Con ocasión de la Semana Santa, el obispo de Neiva, monseñor Froilán Casas, hace para LA NACIÓN sus reflexiones y reconoce que la pandemia no ha introducido cambios fuertes en las personas. “Seguimos siendo arrogantes”, advierte. El prelado  católico también se refiere al reciente enfrentamiento con los ambientalistas de la región.

 

Jesús Antonio Rojas Serrano

editorgeneral@lanacion.com.co

 

Como ya es tradicional en LA NACIÓN cada año con el inicio de la Semana Santa, el obispo de la Diócesis de Neiva, monseñor Froilán Casas, comparte sus reflexiones. En esta oportunidad, el jerarca de la Iglesia católica se refiere a la predicación en tiempos de pandemia, a la crisis que vive el país por cuenta de la inseguridad y la corrupción y al reciente enfrentamiento con los ambientalistas de la región, entre otros temas.

 

¿Cómo será la Semana Santa?

Comparativamente con el año pasado, será mejor porque tendremos los templos abiertos, cada uno, cumpliendo con el aforo y las normas de bioseguridad. Además de la presencialidad, tendremos la virtualidad para que las personas que no puedan asistir, sigan las ceremonias desde sus casas.

 

¿Habrá procesiones?

Procesiones externas cero. Víacrucis externos cero. Todas estas actividades estarán suprimidas de la programación de los días santos para evitar las aglomeraciones. Las demás ceremonias se van a celebrar en las diferentes parroquias. En la Catedral, yo estaré presidiendo las celebraciones.

 

¿Cuál es el mensaje que tiene la Iglesia católica para esta Semana Santa?

La tarea es seguir luchando a pesar las dificultades que trajo esta pandemia. Así como Europa padeció la Segunda Guerra Mundial y quedaron en una situación de miseria, nosotros debemos seguir adelante, partiendo de nuestra propia realidad. Hay que continuar trabajando para superar las dificultades económicas que estamos padeciendo, unos más que otros. Entre todos debemos ayudarnos para tener, además, una reactivación de presencialidad porque la virtualidad no llena al ser humano. Necesitamos volver a la presencialidad en las instituciones educativas. Tenemos que orar y a la par que la ciencia siga avanzando para superar esta pandemia. El aislamiento no hace parte de la naturaleza humana. Hay una gran esperanza en las vacunas.

 

Monseñor Casas, ¿Qué opina de quienes a pesar de la pandemia, están fomentando las aglomeraciones en bares, balnearios y otros lugares?

Son irresponsables. Y están pecando contra el quinto mandamiento, que es amar la vida y la de los demás. El virus no solamente me perjudica a mí, sino que yo soy transmisor de la enfermedad. Debemos evitar las aglomeraciones. Yo no entiendo cómo la gente puede estar en piscinas cuando allí se pueden contagiar.

 

Con motivo del confinamiento que trajo la pandemia, muchos hablaban que esta crisis nos iba a hacer mejores personas, ¿Fue así?

Infortunadamente, poco. Yo esperaba más. Pensé que nos iba a hacer más humildes, más comprensivos. Seguimos siendo arrogantes y autosuficientes. El ser humano es muy difícil de cambiar. No hemos querido entender con todo lo que estamos sufriendo, que debemos ser más comprensivos, ayudarnos y seguir luchando y no esperando a que nos den. El mensaje del Papa es muy bonito: vamos en la misma barca, pero tenemos que remar. Si todos no remamos, naufragaremos.

 

A raíz de la pandemia, ¿Qué tantos fieles ha ganado o perdido la Iglesia católica?

Yo creo que perder, tal vez, no podría dar un dato porque el hecho de no asistir a los templos, no significa que una persona no sea cristiana. Muchos por el temor, o por la distancia, han dejado de asistir. La Catedral de Neiva, por ejemplo, acogía 1.500 personas, ahora tenemos 150. Fue un bajón total, pero no quiere decir que porque no estén, no son cristianas. Es la situación que vivimos. Por el momento, no tenemos elementos de juicio para poder decir si la Iglesia ha perdido o no fieles.

 

Señor Obispo, ¿Cambió la pandemia para siempre la manera de predicar?

Nos ha tocado muy difícil porque una cosa es la presencialidad y otra, la virtualidad. Hace mucha falta el encuentro con las personas. Mi vida de sacerdote y como Obispo ha sido siempre con la gente. Yo soy feliz recorriendo veredas y pueblos, y no poder hacerlo, es muy duro. Nosotros los sacerdotes estamos sufriendo por no estar con la gente de manera directa. Las redes sociales nunca llenarán al hombre. El encuentro personal es insustituible.

 

¿Cómo han hecho las parroquias para subsistir en medio de la crisis de la pandemia?

Efectivamente, también estamos padeciendo la estrechez. Sin embargo, la situación de las parroquias no es de miseria porque la gente es muy linda y sostiene a sus sacerdotes. La planta de personal de las de la Curia, por ejemplo, está siendo manejada con cuidado. Las parroquias no tienen cómo aportarle al sostenimiento de la Curia. Pero, no me quejo porque vamos en la misma barca luchando.

 

Pero, ¿sí hubo un bajón de ingresos?

Total. Nosotros aplicamos al Subsidio a la Nómina. El bajón, sin embargo, lo asumimos con alegría y amor. Este sufrimiento no es sólo de las parroquias, hay que ver los comerciantes y la cantidad de empleos que se han suprimido. El dolor es de todos.

 

Además de la crisis económica, esta pandemia ha traído más inseguridad, más corrupción, ¿Qué está pasando en el país?

Es la descomposición social que tiene centurias. ¿Será que llevamos en la sangre la criminalidad? Lo estamos viendo en todos los niveles. Nos está haciendo falta bastante educación ciudadana y madurez política. Se proponen cambios cuando no se tiene el poder y cuando se alcanza, siguen con las mismas cosas. Yo invito a los cristianos católicos a tener madurez política y a que no vayan a votar por personas que tienen una tradición de delincuencia. Un país de tan escasos recursos naturales como Japón y es una de las economías más boyantes del mundo; Colombia es más rico que el Japón y vea cómo somos. Colombia es más rico que otros países, pero seguimos siendo pobres. El país no arranca porque es un país sucio, que no quiere entrar en la honestidad, en la transparencia.

 

Monseñor Casas, ¿Cómo acabar con la corrupción?

Fomentar la familia. Los hijos deben ver a sus padres trabajadores, que les enseñen a ganarse el pan con el sudor de la frente. Tenemos que hacer de Colombia un país productivo y no un país de mendicantes, esperando que les dé papá gobierno. La familia es clave. Es necesario fomentar políticas que favorezcan la familia. Lo que vemos más bien es que hay políticas que rompen la unión familiar. El plan de Dios es varón, mujer y niños. Mientras la familia esté resquebrajada, no habrá cambio en mucho tiempo. Me da dolor decirlo. No hay parámetros. Ahora toda esa cosita de inclusión y exclusión. Hemos hecho todo un despelote en la vida cultural y social. No hay orden. Veo una descomposición terrible y no avizoro conatos de cambios.

 

¿Qué cambios cree que requiere el país?

¿El Congreso necesita tantos miembros? ¿Se requiere un parlamento bicameral? ¿El tiempo de los magistrados cuánto debe ser? ¿Cómo debe ser la elección de los magistrados? ¿Son necesarias las Contralorías departamentales? Tantas cosas que se requieren. Necesitamos una reforma estructural del Estado, pero en la democracia, no en la tiranía ni en la imposición. En la democracia tenemos posibilidades de disentir, de oponernos, de salir a la calle y protestar. Eso es propio de una democracia.

¿Qué opina de quienes critican que un Obispo salga a asumir estas posturas?

La Iglesia católica no tiene un partido político. El cristiano católico opta por el partido que quiera. El cristiano católico debe defender sus principios como el respeto a la vida. Lamentablemente, he visto a los cristianos católicos muy callados y vergonzantes y que defienden cosas como el aborto directo. Eso es absolutamente un pecado grave. Y no estoy hablando como Froilán Casas, soy pastor de la Iglesia, sucesor de los apóstoles y en nombre de Cristo y de la Iglesia hablo. Tengo que decir las cosas, que eso es antipático, no tengo la culpa. La Iglesia no es populista. Hay que decir las cosas con respeto a quien piensa diferente a nosotros, pero sin que nos castren o nos mutilen. La Iglesia es una comunidad cristiana que ayuda a los hombres a ser cada día más humanos.

 

¿Le sorprendió la polémica que desataron sus palabras relacionadas con la naturaleza?

Yo no estoy de acuerdo que desde el punto de vista de la antropología cristiana, se considere que la naturaleza es sagrada. Nosotros no adoramos la naturaleza. Nosotros creemos que el ser humano es sagrado porque es imagen y semejanza de Dios. Los ríos y las montañas no son sagrados para nosotros. La naturaleza, por supuesto, hay que quererla y respetarla, pero no se puede adorar. El cristiano católico que declare que la naturaleza es sagrada, será un panteísta. Nosotros no somos panteístas. Respetamos a los panteístas, pero los cristianos católicos no somos panteístas. El río no es Dios. Dios es uno solo. ¡Qué pena! Yo tengo derecho a opinar.

 

Pero, los ambientalistas se incomodaron. ¿Qué les dice?

Lo interpretaron mal. Yo ya hablé con ellos. De pronto, dije una frase que fue fuerte y en eso, rectifico. Cuando hablé de caterva de ignorantes, me refería al pensamiento, no a la persona. Yo soy un ambientalista y le recuerdo algo: salí a protestar cuando pretendían hacer una intervención petrolera en el río Las Ceibas. Han salido columnistas a hablar mal de la Iglesia. Yo he sido el primero en censurar los errores que ha tenido nuestra Iglesia. La Iglesia es la única que pide perdón por los errores cometidos. Soy claro: la naturaleza no es Dios. Nosotros no adoramos la naturaleza. La queremos y la respetamos, pero no la adoramos.

 

Monseñor Casas, un par de preguntas finales, ¿Cómo se ha cuidado en esta pandemia?

Hago mucho deporte. Como saludablemente. En términos de espiritualidad, oro muchísimo. Todas las mañanas, hago mi oración de una hora. Siempre lo he sido, pero ahora como Obispo, me he vuelto más orante. Me considero un creyente enamorado de Jesucristo.

 

¿Confía en la vacuna?

Sí. Ya me han estado pidiendo datos porque yo tengo casi 73 años y ya estoy en el rango que puedo ser vacunado. En nombre de Dios, me haré vacunar.

 

¿Qué mensaje les envía a los huilenses, a través de LA NACIÓN, en este domingo de Ramos?

Necesitamos bajar la agresividad. Mi invitación es a que sigamos creyendo en Dios y ese Dios incida en la conducta familiar, política y social. Y que esa creencia en el Señor, se traduzca en nuestro diario vivir. Una bendición para todos.