Juan David Huertas Ramos
“La plata” es una canción vallenata que marcó en 1994 un hito en el género y en la carrera de su interprete, el Cacique de la Junta. Por supuesto, esta canción también fue importante para su compositor y Rey Vallenato (1970), el gran Calixto Ochoa, quien la grabó, por primera vez, hacia 1970 bajo el título “Por eso gozo”.
Esta canción es una invitación clara a la parranda, no en vano, el acordeón de Juancho Rois le dio a esta pieza del folklor un espíritu de alegría que ha pasado de generación en generación sin que se analice su letra.
Es decir, aunque “La plata” es una buena canción parrandera, es también una expresión del nivel promedio de “educación financiera” en Colombia. Pues, ésta bien podría ser el himno de la más impropia percepción que existe alrededor del dinero. Veamos, tan solo, tres apartes de la letra de la canción que definen, a mi juicio, su espíritu.
Primero. “Si la vida fuera estable todo el tiempo, yo no bebería ni malgastaría la plata”. Dicha estrofa plantea, contrario a la lógica económica y financiera, que dados los ciclos de la vida (que se corresponden muchas veces con ciclos económicos), el gasto y el malgasto del dinero es un patrón consciente que se justifica en la no estabilidad de la vida. Es decir que, dado que no se tiene certeza en el futuro, lo mejor es gastar y, para peor, malgastar el dinero.
¿Esto tiene sentido económico-financiero? La respuesta es no, obviamente. Pues se esperaría que, los ciclos de auge económico le permitieran al individuo ahorrar e invertir sus excedentes a fin de proporcionar un “colchón” para periodos de escasez.
Segundo. “Pero me doy cuenta que la vida es un sueño y antes de morir es mejor aprovecharla”. Por supuesto, “antes de morir, es mejor aprovechar la vida”, sin embargo, no todos vivimos un sueño y no tiene sentido económico plantear una relación de igualdad entre “vivir la vida” y “malgastar el dinero”. Son dos cosas muy diferentes.
Tercero. “Por eso la plata que caiga en mis manos la gasto en mujeres, bebida y bailando”. Esta idílica estrofa expresa la peor relación que pueda existir en torno a la administración financiera. Esta es que los ingresos sean iguales a los gastos como sino fuere necesario ahorrar para aquellos momentos inciertos del futuro.
Puedo atreverme a asegurar que, además de factores estructurales que presionan las condiciones de pobreza, una de sus principales causas es el patrón mental que existe en torno al dinero, la gestión de los momentos auge-escasez y el consumo presente-futuro.
En ese sentido, se hace necesario fortalecer a través de diferentes proyectos la educación económica y financiera en Colombia. De no hacerlo, no solo se comprometerá la economía de muchos hogares sino también la democracia, pues los discursos irresponsables que promueven el exagerado gasto público basado en preceptos de equidad y política social corrompen en el corto plazo las arcas públicas y en el largo la institucionalidad democrática.