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Claudia Sheinbaum pide que la llamen “presidenta” con ‘a’ al final”. Su triunfo como primera presidenta electa de México es un hito histórico que marca un antes y un después en la lucha por la igualdad de género y la inclusión, no solo en México sino en toda América.
Este logro, además de reflejar un cambio en la conciencia social y política de la república mexicana, también muestra que el expresidente Andrés Manuel López Obrador, terminó asegurando la continuidad de su proyecto y sus programas con su sucesora que es de su corriente política. Esto significa que lo hizo bien y como consecuencia los votantes le refrendaron su confianza.
Claramente los buenos o malos gobernantes no se definen por ser de izquierda o derecha. Independientemente de su espectro político, si un líder hace las cosas bien, debe ser reconocido y apoyado y tener continuidad de sus políticas, pero si las hace mal, debe tener el rechazo social y el castigo contundente en las urnas.
AMLO y Sheinbaum han estado juntos por mucho tiempo; desde sus luchas en la universidad hasta su trabajo conjunto en movimientos de izquierda. Coinciden en su proyecto pese a tener perfiles distintos. Sheinbaum es una destacada científica, mientras que AMLO es un líder político y social. La llegada de Sheinbaum a la presidencia ha sido calificada como una evolución en materia de pensamiento social en un país considerado culturalmente “machista”.
La elección de Sheinbaum también es un paso adelante en la lucha por la igualdad de género en la política. Como mencionó en su discurso inaugural, “hoy llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación”. Esto refleja el creciente reconocimiento del papel fundamental que las mujeres juegan ahora en la sociedad.
Para el caso de Colombia, las mujeres también han logrado avances significativos en su lucha por la igualdad en diversos ámbitos. En el Congreso de la República periodo 2022-2026, el 29,2% del total de escaños es ocupados por mujeres, lo que representa un aumento del 9,5% respecto del Congreso anterior. La cifra, aunque aún es baja, ubica a Colombia por encima del promedio mundial de participación de mujeres en parlamentos que es de 25,5%, pero por debajo del estándar de la región de las Américas que es del 32,4%.
Las mujeres también han logrado avances significativos en el sector privado con un aumento en la participación en cargos directivos y gerenciales. Quienes han tenido la oportunidad de conocer las compañías que dirijo, encontrarán que la mayor parte de los cargos directivos y de liderazgo están ocupados precisamente por mujeres que han demostrado su capacidad, perseverancia y trabajo comprometido.
En una sociedad consciente las mujeres no deberían tener que luchar o reclamar nada. Entender que los espacios logrados históricamente por las mujeres no son “cedidos” u “otorgados” por los hombres, también hace parte de la manera en la cual debemos entender la igualdad sin importar su género o condición.