Se cumplió esta semana el primer año del denominado ‘estallido social’ generado por el malestar que ocasionó el proyecto de reforma tributaria presentado al Congreso de la República por el Gobierno Nacional. El rechazo a la iniciativa despertó impresionantes movilizaciones sociales, que lamentablemente, con el pasar de los días se desdibujaron y originaron episodios de caos, terror y violencia en varias ciudades del país, incluyendo Neiva.
Para conmemorar el aniversario del comienzo del paro nacional, se llevaron a cabo el pasado jueves jornadas de movilizaciones y concentraciones. La mayoría de estas se desarrollaron de manera pacífica.
El ‘lunar’ estuvo en ciudades como Bogotá, Medellín y Popayán, en donde las movilizaciones fueron aprovechadas por sujetos encapuchados para generar caos, impedir la libre movilidad y llevar a cabo hechos de vandalismo.
En el caso concreto de Bogotá, se reportaron hechos de vandalismo en 6 estaciones de TransMilenio y enfrentamientos entre el Esmad y encapuchados en la Universidad Nacional. También hubo bloqueos en Suba, Usme y Portal Américas.
El balance general de la Policía Nacional fue de 47 capturas, 23 por orden judicial y 13 en flagrancia, y tres uniformados heridos.
Es lamentable que unos pocos terminen desdibujando de esta manera el legítimo derecho a la protesta. Están equivocados quienes creen que el uso de la violencia debe ser aceptado y alabado por la sociedad colombiana.
Cuando un grupo de encapuchados sale a vandalizar los bienes públicos y privados y a bloquear las vías, le hace un enorme daño al ejercicio de la protesta social. Por eso, es importante que de cara a las movilizaciones del Día del Trabajo mañana domingo, los organizadores de las movilizaciones contribuyan a identificar y a excluir a quienes pretendan empañarlas con actos de vandalismo y de violencia.