La Nación
La última entrevista de Olga Duque con LA NACIÓN 1 23 abril, 2024
ACTUALIDAD

La última entrevista de Olga Duque con LA NACIÓN

“Cuando fui gobernadora del Huila mis adversarios políticos quisieron tumbarme, pero ninguno pudo…  sólo ‘Cornelio”. Se refiere a un caballo que en una de sus acostumbradas giras la tumbó al salir desbocado cuando escuchó los voladores que anunciaban su llegada al municipio de Suaza. Lo fascinante es que ella no se amilanó sino que una vez se recuperó de las heridas regresó al pueblo, lo montó de nuevo  y lo compró. Y lo que fue más osado aún, le colocó el nombre del entonces Ministro de Gobierno Cornelio Reyes, su gran opositor, quien siempre quiso tumbarla.

Esta fue alguna de las tantas anécdotas que la exministra Olga Duque de Ospina le contó a LA NACIÓN en lo que sería su última aparición en medios de comunicación. La entrevista fue hecha en 2009 por la periodista Gloria Cecilia Gómez. Aquí los momentos más emotivos. En vida, doña Olga Duque recibió la condecoración ‘La Vorágine’ de LA NACIÓN.

Si  dividiéramos la vida de Olga Duque de Ospina en etapas. ¿Que etapas tendría?

Mi vida se podría dividir, desde luego, en varias etapas por que he tenido una vida muy movida, muy agitada, muy activa.   Para mi, primero que todo está  la familia.  Luego la política, y por supuesto  mi vida social que también ha sido muy activa.  Soy una persona que me gusta todo. Entonces creo que en esas tres divisiones esta mi vida.

¿Cuándo aparece ese interés por la política?

Desde muy pequeña.  Me acuerdo muy bien cuando papá fue Gobernador… Su profesión de médico lo ayudaba muchísimo con la política. Fue una persona muy activa, generosa,  no le cobraba a la gente pobre.  Entonces  comencé ver a papá como una estrella para mí.  Yo decía:   ‘que rico ser como mi papá ¡carambas!, poder uno también ayudar a la gente’. No pensaba ni siquiera en el gobierno,  sólo en ayudar. Empecé a pensar que yo quería ser igual a mi papá, y desde luego trate de imitarlo.

Desde un comienzo, hubo un fuerte apasionamiento por la política ¿Cómo fue?

Cuando papá llegaba triunfante de sus giras me contaba de sus discursos. Yo me interesaba mucho en ellos.  Nos sentábamos a hablar sobre todo lo acontecido.   A él también le tocó una gobernación difícil. Un buen día le dije: “papá me está gustando la política…” Era un hombre muy apasionado en la política, agresivo, no se dejaba manosear, y eso lo aprendí de él. Mucha gente cree que yo fui política por mi suegro, el doctor Mariano Ospina, expresidente de Colombia. Un rotundo ¡No! Lo fui porque lo heredé de mi papá.

¿Ha sido difícil ejercer esa faceta política en su condición de mujer?

Bueno para mí, fue fácil por que yo estoy acostumbrada a saltar problemas, y a enfrentarlos.  Pero en mi condición, más de política que de mujer, yo tenía que defenderme de algunas personas que posiblemente no les caían muy bien, incluso los conservadores. Fui muy atacada. Eso fue difícil en el Huila. Algunas personas, que ni siquiera los quiero llamar ‘enemigos’ por que no lo eran, me atacaron mucho. Posiblemente no veían bien, en ese entonces, que una mujer ya fuera Senadora, representante a la cámara y luego Gobernadora.

¿Qué fue lo más difícil en ese momento para la gobernadora? 

Quizá  la parte mas dura fue que yo decidí que la Gobernación la hacía de acuerdo conmigo. De manera cordial, por supuesto, pero sin preguntarle a nadie que persona quería que le nombrara en el gobierno. Yo quería ser un poco independiente para que no me apretara la opinión pública, ni los políticos. Entonces ahí hubo algunos problemas, que desde luego los sorteé muy bien. Soy una mujer peleadora, sí, cuando me atacan. Pero soy eminentemente conciliadora. Y si he cometido algún error pues voy y pido excusas y eso no me quita nada.

Dicen que sus opositores no lograron dominarla, de ahí su fama de aguerrida…

Mi principal opositor fue Felio Andrade. Los liberales también. Ellos creyeron que por el hecho de que yo no hubiera estado en el Huila, y que fuera el primer cargo que yo ocupara, ellos podrían dominarme. Pero  no lo lograron  por que  soy una persona independiente, luchadora. Cumplí con las cuotas para cada grupo. Hice un gobierno independiente, pero no autoritario. Debo reconocer que me enfrenté demasiado, aunque muchas veces trate de conciliar.

¿Por qué no fue candidata a la Presidencia de la República? ¿Por falta de ganas o por falta de votos?

No creas que no se me ha pasado ese pensamiento por la mente.  Claro que a mi me hubiera gustado ser y me gustaría ser, lo pongo en pasado y en presente, vamos a ver… Pero yo soy una mujer muy real, y no quisiera una derrota. Oye bien: no la he tenido.

 ¿A quién le teme Olga Duque de Ospina?

Pues yo no le temo sino a la muerte. No más. No le temo a nadie ni a nada más.

¿Cómo surgieron las tertulias políticas?

¡Eso es una cosa divina!  Nelly Turbay de Muñoz, que ya murió, tuvo mucho que ver en esto. Ella era amiga del presidente Alfonso López. Un día López me llamó y me dijo ‘Olga yo quiero que tu pertenezcas a las tertulias’.  Eran de hombres, no eran de mujeres.  Las tertulias con mujeres no sirven porque  las mujeres no sabemos guardar secretos.  Eran de verdad una delicia. Comenzamos con unos amigos de López, nos reuníamos cada 15 días. Cada uno respondía por llevar sus chismes. Las tertulias giraban alrededor de Alfonso López. Él era el que nos concitaba, el que nos movía. Todos íbamos era a oírlo a él, era una persona inteligentísima, ilustradísimo, tenia una conversación de verdad maravillosa, y sabia todo.

 ¿Y en qué momento pasó de las tertulias a las ‘frisoladas’?

Nosotros siempre hemos comido frijoles, soy casada con paisa y con raíces paisas. Enseñamos a los hijos a comer frijoles, y poco a poco empezamos a invitar amigos muy íntimos. Después comencé agrandar, agrandar, agrandar, y hoy en día es multitudinaria.

¿Frijoles y política no es una mezcla muy pesada?

Siempre invito gente de todos los colores políticos. Soy absolutamente feliz de ver que mi casa es un sitio de armonía porque yo no permito, oye bien, ni una sola discusión. Aquí no ha habido un solo disgusto político. Si lo hubiese  yo entraría a decir ‘bueno señores, no más. Yo no he llamado a discutir, los he llamado para conversar, para dialogar, para conciliar, pero yo peleas aquí no admito’. Es una regla moral que yo tengo, entonces la gente es feliz.