El pasado domingo, Venezuela celebró unas elecciones cuyo desenlace fue más que polémico y duramente cuestionado desde distintos frentes. A pesar de que aún no se han publicado las actas oficiales, el actual mandatario, Nicolás Maduro, ya se proclamó como ganador, una actitud que genera serias dudas sobre la legitimidad y transparencia del proceso electoral.
Recordemos que la historia reciente de Venezuela (los últimos 22 años) está marcada por la falta de transparencia en sus procesos electorales, lo que ha generado un clima de desconfianza entre los ciudadanos y el más reciente proceso no fue la excepción. La ausencia de observadores internacionales imparciales, la deportación irregular de muchos de ellos y la prematura proclamación de Maduro como vencedor, casi que confirman las sospechas de fraude electoral.
Este escenario no solo afecta a Venezuela y sus connacionales, sino también a sus vecinos y al mundo en general. Colombia, en particular, es uno de los países más afectados por la crisis venezolana, recibiendo a millones de migrantes que huyen de la pobreza, la falta de oportunidades y la represión. Si Maduro es ratificado como presidente, la migración hacia nuestro país podría intensificarse, exacerbando una situación ya crítica. La migración masiva genera desafíos en términos de integración social, empleo y recursos, y su impacto en la economía y la estabilidad social de Colombia no puede ser subestimado.
En este contexto, la posición del presidente de Colombia, Gustavo Petro, merece ser destacada. Petro ha planteado la necesidad de un diálogo para alcanzar una salida negociada a la crisis venezolana. Esta postura de diálogo y negociación es fundamental para buscar una solución pacífica y sostenible. Nada más caótico que un golpe de estado o la intervención armada de la comunidad internacional. Colombia, siendo país vecino y afectado directamente por la crisis, tiene un papel crucial en la búsqueda de una resolución que beneficie a ambos países y es eso lo que está haciendo el presidente Petro.
Adicionalmente la crisis en Venezuela afecta a Colombia, no solo en términos de migración y economía, sino también en el proceso de paz con el ELN, donde Venezuela juega un rol como país garante. La estabilidad en Venezuela es, por lo tanto, esencial para avanzar en nuestros propios desafíos de paz y seguridad.
Entontes la idea debe ser promover una transición democrática en Venezuela. No podemos permitir que un proceso electoral dudoso perpetúe la crisis, pero tampoco el escalonamiento de un conflicto armado. Es el momento de actuar con firmeza y apoyar iniciativas que conduzcan, por la vía del diálogo a un futuro mejor para el pueblo venezolano.