La fisioterapeuta Giannina Paola Cuéllar narró para LA NACIÓN lo que significó para su vida laboral y familiar recibir la primera dosis de Pfizer contra COVID-19. Afirmó que no hay por qué temerle a la vacunación.
Carolina Argüello Cruz
“Yo estaba de turno y me llaman sobre las siete de la noche y me dicen que yo estoy encabezando fila de vacunación en clínica Medilaser. Da susto porque a pesar de que uno es del personal de salud eso intimida un poco, a veces uno le tiene miedo hasta a las agujas. Pero más que el susto fue gratitud, primero con Dios porque es sentir por fin una luz, se visualiza algo de mejoría en el camino. Me dio alegría sentir que me tenían en cuenta porque fuimos importantes para contrarrestar esta pandemia y algo de tranquilidad para seguir metiéndole el pecho como siempre lo hemos hecho”; así recordó Giannina Paola Cuéllar el día que se enteró que iba a ser vacunada contra el COVID-19.
El día que esperaba con tanto anhelo, pero que veía lejos, por fin llegó el pasado 20 de febrero cuando se convirtió en la segunda persona en ser vacunada en la Clínica Medilaser, ella por hacer parte del personal de la salud que atiende, en primera línea a los pacientes de coronavirus, fue de las primera beneficiadas con esta dosis que hoy la llena de esperanza e ilusión.
“En ese momento en que me aplicaban la vacuna sentía tranquilidad, a pesar de un poco de susto; porque antes toman signos vitales y todos llegamos hipertensos, no sé por qué pero será por la misma ansiedad de recibirla y pensar que por lo menos nos dará inmunidad y podremos seguir trabajando”; añadió.
Giannina aseguró que era un sinnúmero de sentimientos encontrados porque a pesar de nunca haber estado contagiada, por fortuna no perder a un ser querido o no haber tenido que luchar por elementos de protección personal; afrontar la pandemia no ha sido un reto fácil.
“Hubo muchísimos compañeros que se infectaron, pero, gracias a Dios, a mi la única prueba que me hicieron fue de control cuando inició la pandemia”.
Han pasado 14 días desde que le aplicaron la primera dosis de Pfizer, y la profesional en fisioterapia y especialista en cuidados intensivos aseguró que ha continuado con su rutina de cuidado y responsabilidad tal y como venía.
“El primer día tuve un poquitico de dolor en la cabeza y en el brazo, pero una cosa muy tolerable. Al otro día un poco el brazo, pero de resto nada más. Es totalmente mentira lo que dicen que eso es para acabar a los viejitos y una cantidad de cosas absurdas”.
Giannina hoy es una de las defensoras de la vacunación, argumentando que “es responsabilidad social vacunarse”. Sin embargo, también, llama a la cordura y a continuar con el autocuidado, por lo menos mientras se produce la inmunidad.
“A mi me angustia un poco que los colegios hayan abierto porque el hecho de que los niños no muestran sintomatología en cantidad, ellos si son muy portadores del virus y me angustia que haya un nuevo pico en abril. La idea es, primero vacunarse, y segundo, dejar los tabús atrás. Mi mamá me decía que si no me daba miedo vacunarme, y le dije –“no madre. Si no me dio miedo enfrentar el virus con todos los pacientes, por qué me va a dar miedo una vacuna que está hecha por científicos y que nos viene a alivianar la vida”- hay que tener fe en Dios en que va a ser la solución para salir de esto que nos ha dado un vuelco tan terrible”.
Su lucha diaria
Aunque Giannina ha laborado durante 10 años en la UCI quirúrgica de la Clínica Medilaser de Neiva, nunca había sentido tanto miedo estar frente a un paciente. Desde hace 12 meses a los únicos que le presta su atención son portadores de COVID-19.
“A nosotros nos ha tocado buscar las mejores maneras para acomodarnos a la situación. Esto comenzó en marzo del año pasado y para nosotros fue una condición compleja por el solo hecho de aislarnos de nuestra familia, de colocarnos toda la indumentaria que debemos usar y que, de alguna manera, apenas entras te olvidas de tu familia porque no teníamos acceso vía telefónica con ellos. Los celulares se dejaban afuera para evitar contagio”.
Aseguró que había muchos tabú y detalles de la pandemia que se desconocían, sin embargo, rechazó a quienes afirman que el personal de salud fue inexperto, que se asustaron o que el miedo los llevó a hacer cosas equivocadas.
“Fue una situación realmente compleja y que solo quienes la vivimos la sentimos así. Fue muy duro alejarnos de nuestras familias. El giro fue grande porque nos cambiaron el tipo de pacientes y su manejo”, agregó.
La esperanza
Giannina Paola está convencida que hacer parte del personal de salud es para ella un orgullo, porque ha ayudado a salvar vidas desde sus conocimientos. Para ella el Plan de Vacunación es una luz de esperanza que la llena de ilusión, a pesar del cansancio y el agotamiento, que, en oportunidades, juegan en contra. Ahora, espera que llegue el 12 de marzo, cuando recibirá su segunda dosis.
“Nuestra razón de ser es servir a la gente y siempre los atendimos con mucha fe de que esto iba a mejorar. Es nuestra razón de ser, servir y para eso vinimos y nos educamos”.