La discusión sobre el sistema de pensiones se ha concentrado alrededor del aumento de la edad de jubilación. Lo más grave de las pensiones en nuestro país es que hoy la gran mayoría de las personas mayores de 60 años no tienen pensión La discusión sobre el sistema de pensiones se ha concentrado alrededor del aumento de la edad de jubilación. Lo más grave de las pensiones en nuestro país es que hoy la gran mayoría de las personas mayores de 60 años no tienen pensión, y que la gran mayoría de los menores de 60 tampoco van a tener pensión en el futuro. Es el resultado del fracaso del propósito de la Ley 100 de ampliar la cobertura pensional. Hoy son 4.7 millones los colombianos de la tercera edad, pero de estos según la cifras oficiales solo 1 millón reciben mesadas pensionales. Es decir, que más del 75% carecen de un ingreso seguro para los años finales de su vida. Si además recordamos que más de la mitad de los adultos mayores de 60 años están por debajo de la línea de pobreza, tenemos un panorama desolador de vejez condenada a la miseria y la indigencia. Hacia el futuro la situación solo va tener una mínima mejoría, pues de los 19.5 millones de colombianos que hoy están en la fuerza laboral, solo 6.5 millones son cotizantes activos en alguno de los fondos de pensiones o en el Seguro Social, y podrán pensionarse al alcanzar la edad requerida. Es decir, que sólo se reducirá del 75% al 70% el número de los trabajadores sin pensión. Para todos ellos el tema de la edad de jubilación es irrelevante. En materia de pensiones, el principal reto de un Estado social de derecho, como dice ser Colombia, es ampliar la cobertura para garantizar que sus ancianos tengan los medios para una vida digna. Es lo que ordena el artículo 46 de la Constitución, pero la realidad muestra que estamos muy lejos de ese objetivo, mientras que en otros países en desarrollo se ha avanzado mucho más. Por ejemplo en Brasil el 75% de los adultos mayores tienen cobertura pensional y en Chile el 65%. El Ministro de Trabajo está diseñando un programa para dar un ingreso mínimo a los ancianos que hoy no tienen pensión y dar un subsidio (los Beneficios Económicos Periódicos, o BEP) a los trabajadores o desempleados que hoy no tienen cómo cotizar para su pensión futura. Son programas indispensables para aliviar la situación actual, pero son insuficientes y sobre todo insostenibles en el largo plazo. La reforma pensional no puede verse solo como una solución a un problema fiscal que se resuelve aumentado la edad de jubilación. La verdadera solución está en impulsar la formalización laboral y el trabajo decente, y el Estado es el primero que debe dar ejemplo.