Francisco José García Lara.
Los colombianos fuimos informados de los acuerdos del exgobernador Lyons y del exsenador Bula con la fiscalía, y con perplejidad evidenciamos que pagarán unos pocos años de cárcel y devolverán una cuantía irrisoria de lo que se robaron.
Luego escuchamos las manifestaciones del Fiscal General, Néstor Humberto Martínez, oponiéndose al proyecto de beneficios penales a los campesinos cultivadores de coca de menos de 3.8 hectáreas.
Según palabras del propio fiscal la impunidad en Colombia es cercana al 99%. Un estudio realizado en el 2015 por la Universidad de Puebla entre 59 países encontró que el tercero en impunidad es Colombia (75.6 puntos), superado por México (75.7) y Filipinas (80).
Entonces podríamos concluir que es poco probable que a un delincuente lo metan preso y lo condenen por sus fechorías, y en caso de ser capturado y enjuiciado basta con devolver migajas y delatar a sus compinches para que su pena sea irrisoria.
Al contrario, cuando el ciudadano es un campesino que siembra coca para vivir, no para enriquecerse, o es un funcionario público que cometió un error administrativo, debe caerle todo el peso de la ley y sancionársele ejemplarmente.
Quizás por esa razón se cuestionó duramente el acuerdo de paz con las FARC, donde se estableció que los actores del conflicto armado y quienes los respaldaron para obtener algún tipo de beneficio, acudirían a la justicia restaurativa, que es diferente a la punitiva que tanto nos gusta a los colombianos, por lo que los enemigos de la paz afirmaron que ese tipo de justicia era para legitimar la impunidad.
El tema es entonces selectivo, pues depende quien sea el posible beneficiario es buena o mala, para lo cual no importan las calamitosas cifras de la justicia que afectan a todos los colombianos y que deberían producir vergüenza, que en definitiva no son una prioridad para el estado, ya que finalmente se convierten en un asunto meramente electoral, para mencionar en campaña y seguir haciendo politiquería.
No hay duda que existe impunidad, pero no propiamente la de quienes están en la cárcel varios años esperando que les definan su situación, pues para ellos la justicia ha sido implacable, la verdadera impunidad es la de quienes han saqueado el erario y aquellos que desde el gobierno dieron vía libre para que se cometieran asesinatos, los mismos que muy seguramente estarán en el tarjetón electoral el próximo año y saldrán elegidos pues los colombianos somos felices apoyándolos, es que finalmente vivimos encantados perpetuando en el poder a nuestros verdugos.