“Hora de ver morir a la Ley 100” titula Cristian Valencia su artículo en El Tiempo y tiene toda la razón. Siguen las muertes evitables, además de los frecuentes paseos de la muerte, siendo el último en Santa Marta, donde frente al hospital Universitario, en una ambulancia, dejaron morir a una bebé que esperó durante una hora para ser atendida.
“Hora de ver morir a la Ley 100” titula Cristian Valencia su artículo en El Tiempo y tiene toda la razón. Siguen las muertes evitables, además de los frecuentes paseos de la muerte, siendo el último en Santa Marta, donde frente al hospital Universitario, en una ambulancia, dejaron morir a una bebé que esperó durante una hora para ser atendida.
Pero la copa se ha rebozado cuando en una de las mejores clínicas del país, la Fundación Shaio, murió una adorable niña, Alejandra Lineros, porque en urgencias no supieron darle el diagnóstico verdadero: diabetes tipo 1.
Lo que más preocupa son algunas de las cosas que han dicho médicos especialistas. Que la niña debía haberse llevado a una clínica con especialistas permanentes, cosa que aparentemente no tiene la Shaio. Que los médicos de urgencias pueden ser muy inexpertos o que están acosados de pacientes y obligados a resolver cada caso, lo más rápidamente posible. O será, que contrario a lo que siempre hemos creído, ¿ha bajado la calidad en la formación en medicina? O ¿no será que el sistema ha llevado a esta situación? La respuesta es sin duda, que este sistema de salud de la Ley 100 ha generado esta debacle que enriqueció a unos cuantos con la vida, la salud y el dinero de todos los colombianos.
Pero como el sector salud sigue manejado por los mismos que hicieron la Ley 100, y su filosofía sigue primando en el actual Gobierno, es imposible que se acepte que llegó la hora de replantear el sistema de salud, o sea, de revocar la Ley 100. Y es fundamental hacerlo ya, antes de que florezcan propuestas como la que ha anunciado la senadora Piedad Zuccardi de crear un fondo de salvamento para las EPS’s, algunas de las cuales han malversado los fondos públicos, y para los hospitales. Cuando casi 40 billones de pesos se gastan anualmente en salud en el país, el problema no es de plata sino de mal diseño, de perversos esquemas donde el que manda es el sector privado y no el Estado, donde se ha desvalorizado el papel de los médicos; donde se ha deteriorado su formación por la carencia de hospitales universitarios. Donde se regala la salud a la mayoría de los colombianos cuando el sistema se concibió con un sector formal que subsidiaba a los pobres.
La senadora propone un sistema igual al utilizado para las quiebras de los bancos. ¿Será que nadie le ha explicado que ese esquema equivale a privatizar las pérdidas y socializar las ganancias? No senadora, con todo respeto, esa es una propuesta demagógica que responde a un profundo desconocimiento de la raíz del problema. Lo que se tiene que cambiar es el sistema de salud porque no se desarrolló como se concibió. Y lo único que falta ahora es que las EPS’s, que en su mayoría han hecho lo que les vino en gana con la plata de nuestros bolsillos, porque de ahí es de donde sale, las premiemos por sus “sinvergüenzuras” ¿Será que tendremos que empezar por enseñarles que la plata del Estado viene fundamentalmente de los impuestos que pagamos los que, con nuestro trabajo, no le hacemos conejo al Estado? Un nuevo sistema de salud es la única respuesta a esta crisis.