La Nación
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La vergüenza claretiana

No sé qué más le hace falta al Claretiano, jornada pública para que lo terminen de sepultar los sacerdotes claretianos. Hasta Bogotá me llegó una carta que me parece asqueante, e incluso pensé que era falsa, pero lastimosamente no lo es. La firma el 19 de noviembre de 2015 Teódulo Quintero González, representante legal de los laicos claretianos, quien pone sobre el tapete unas condiciones absurdas a la Alcaldía de Neiva con el fin de arrendar la sede el próximo año para la jornada oficial. Bajó el arrendamiento de aulas de clase a 25 y ofrece un salón para que los maestros condicionen la sala de informática. Es infeliz Quintero González, quien ni siquiera permite que los estudiantes de la tarde, los que ocupan el segundo mejor lugar en Pruebas Saber en el Huila, invadan espacios de los jóvenes del privado de la mañana donde existe una gran sala de sistemas que yo alcancé a disfrutar.

Ofrece el sacerdote un laboratorio de química y aclara que es sin insumos, con inventario de mobiliario (para que después nada se les pierda) y ayudas audiovisuales. Alquilan un laboratorio de física sin insumos y que quede claro: la jornada de trabajo o actividades en la jornada de la tarde inicia a las 12:45 y termina a las 6:30 p.m. Es decir, culminan clases y se van.

Pero hay algo más ilógico: “el servicio de enfermería, que hasta ahora se les viene ofreciendo de manera gratuita, queda suspendido para el año 2016, al igual que el auxiliar, el sonido y el uso o préstamo de menaje”, anuncia el párroco. Es lamentable pensar que esta misiva la escribió un sacerdote y peor que sus pretensiones sean entregar en arriendo un colegio a retazos, sin que los chicos tengan derecho a una cura o una olida de alcohol si se enferman.

La carta la termina con un toque de arrogancia: “el préstamo de las banderas, himnos y símbolos propios del Colegio Claretiano no está autorizado, pues se les concedió dos años para que crearan sus propios símbolos y su identidad como nueva institución”.

A Teódulo le salieron a deber, a él- creo que es nuevo y ahora goza de las mieles del buen nombre del plantel porque cuando llegó ya era lo que es- se le olvida que el Claretiano en la tarde ha sido igual de exitoso que en la mañana, o que repase la historia porque se le nota un tufillo de rabia en su escrito.

Soy católico y no dejaré de creer en la religión, tampoco en las buenas obras de los sacerdotes, pero al obispo de Neiva, Monseñor Froilán Casas, le pido un favor: si se encuentra al párroco Teódulo Quintero González, recuérdele que mientras el Papa Francisco dijo en África que con la educación se combate el terrorismo, él no solo le pone precio y la condiciona, sino que la pisotea. ¡Mil gracias!