La violencia sexual, cuyos casos registra permanentemente la prensa, es una conducta criminal que no puede ser tolerada y jamás deberá simplificarse, ocultarse o restársele importancia. Esta reflexión, a propósito del caso de la mujer violada al interior del centro comercial Santa Lucía Plaza, en el oriente de Neiva, revivido esta semana por cuenta de la captura del presunto responsable de la agresión.
Los hechos ocurrieron el 29 de julio pasado, tal como lo reportó en su momento LA NACIÓN, a pesar de las múltiples dificultades que tuvo como medio de comunicación para adquirir la información de los hechos. Al parecer, varios quisieron que el episodio no trascendiera a la opinión pública.
Lo cierto del caso es que según el reporte oficial, John Anderson Mejía González, un sujeto conocido como ‘Caleño’, citó en el Santa Lucía Plaza ese día a una mujer de 20 años de edad y le pidió ingresar por una puerta de acceso restringido al público, en el segundo piso del centro comercial.
Las cámaras de seguridad del lugar dan cuenta que allí la amenazó con arma de fuego, la llevó a la fuerza por unas escaleras internas y abusó sexualmente de ella. El hombre también le hurtó su teléfono celular y un dinero, huyendo rápidamente del complejo comercial, en medio de un cruce de disparos con los guardias de seguridad. La víctima había sido contactada por Mejía González, ya que previamente ella había ofrecido por redes sociales sus servicios de cuidado doméstico o cuidado de niños.
Aunque en un principio algunos buscaron restarle importancia al caso omitiendo detalles o insinuando que la víctima era una trabajadora sexual, el caso ha terminado con la ubicación y captura del presunto agresor sexual, quien fue enviado a la cárcel.
Este hecho debe conducir a una revisión integral en todos los centros comerciales y establecimientos públicos en Neiva de las estrategias para prevenir esta clase de delitos.