La Nación
La voluntad todo lo supera 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

La voluntad todo lo supera

El pasado 12 de enero la Infantería de Marina cumplió 86 años. Hoy haremos un pequeño homenaje al escudo que lleva cruzados un ancla y un fusil (M-14), dos hipocampos a cada lado, en la parte superior tiene una celada que significa prudencia, honestidad y obediencia y tiene la visera abierta para representar la caballerosidad y nobleza tradicionales de los hombres de mar. La divisa que se lee en la parte inferior es “Voluntas omnia superat”.

De acuerdo con la ley 105 de 1936, en su artículo 29, el Gobierno tendría la facultad para crear las Unidades de Infantería de Marina que juzgara necesarias, sus Oficiales provendrían del Ejército Nacional.

Así, el decreto 050 -del 12 de enero de 1937- reglamentó la creación de la Infantería de Marina como cuerpo complementario de las Fuerzas Navales. En su artículo 51 define la creación de este cuerpo “con el objeto de que sirva para la defensa de las costas, puertos, Bases y Arsenales Navales, lo mismo que para la Artillería de Costa, como guardia en los buques de guerra, como tropas de desembarco para el ataque y la defensa, y para cualquiera otro servicio relacionado con la Armada Nacional”.

Ubicando en el tiempo esta normatividad, se puede inferir que la guerra con Perú (1932) no fue lo suficientemente importante para la clase dirigente que siempre ha carecido de imaginación geopolítica para la gestión territorial. Es más, el país tuvo que esperar para priorizar, bajo esa lógica, la defensa de las arterias fluviales al sur del país.

En efecto, pasaron tres años para que, en marzo de 1940, se crearan los primeros batallones en Bolívar, Putumayo y San Andrés; posteriormente en 1943 se asigna personal para las nuevas bases en Buenaventura, Barranquilla y Puerto Leguízamo.

Esta última de importancia vital para la seguridad y defensa de toda la red fluvial que conecta el sur del país con Ecuador, Perú y Brasil. Es más, la crisis diplomática con Lima, por cuenta del asilo de Víctor Raúl Haya de la Torre, ratificó su valor estratégico.

Así, ante los primeros brotes de insurgencia que van afectando el oriente del país, en 1952, se asignan las primeras misiones de Infantería de Marina para el restablecimiento del orden público bajo la Fuerza Naval del Oriente, recientemente creada.

En consencia, las influjos de la II.G.M. y de la Guerra en Corea (1950) permitieron que, en el marco de la misión estadounidense de 1955, se alistaran las primeras tropas para tareas de desembarco anfibio que dieron nacimiento a la especialidad de comandos anfibios y al Batallón de Fuerzas Especiales, denominación que se conserva en la actualidad.

Un año más tarde, se funda la Escuela de Suboficiales, con sede inicialmente en Turbaco (Bolívar), luego se trasladaría a La Ternera (Cartagena) y finalmente a Coveñas donde funciona hasta nuestros días.

Según información oficial de la Armada,  en 1957 se adopta una nueva dimensión de combate, en Puerto Leguízamo, para lo cual se crean los “Comandos Fluviales”, primera unidad denominada “Flotilla Avispa”, con fines operacionales sobre ríos y cuerpos de agua en todo el territorio nacional.

[Continuará]