José Joaquín Cuervo Polanía
El anuncio de la renuncia de Rodrigo Lara Restrepo a Cambio Radical, su advertencia de no volver aspirar al Congreso y sobre todo la expresión de las razones de lo uno y de lo otro constituye un golpe de conciencia y un llamado a volver sobre las cosas esenciales. Un retorno a lo fundamental en medio del sentido de lo trágico y de la hecatombe social y política del gobierno más decadente e intrascendente de los últimos tiempos. Podemos asumir su anuncio como un motivo para despertar del letargo que supone ver al país sumido en el conflicto entre petristas y uribistas; perspectiva que niega que puedan surgir otros liderazgos y otros paradigmas adecuados para salir de esta crisis de gobernabilidad e ignominia en la que se ha concentrado el remolino de la banalidad y la superficialidad política de los colombianos. Lara Restrepo invita a pensar en el telón de fondo y en el horizonte que supone una base ideológica clara. Resulta todo un llamado de atención sobre la responsabilidad política, una alerta sobre lo que puede ser el fin de la historia de la democracia liberal colombiana. Su propuesta es la de un estadista de largo aliento; aquellos que saben leer muy bien los signos de los tiempos y los que proponen fórmulas que varíen el circulo vicioso de la corrupción y la inautenticidad, de la cotidianidad, la banalidad de los que creen que esto sigue siendo un reino de capataces y sargentos tercermundistas.
Totalmente de acuerdo: “El reformismo liberal que daría paso a la transformación política” no puede ser inferior a los retos que plantea la necesaria reconstrucción nacional. Sin embargo, la encarnación del espíritu de la razón y la reflexión se da en la historia en hombres de carne y hueso, en los que saben leer las circunstancias y los presupuestos fundamentales del cambio de paradigma: Ni Petro ni Uribe supieron leer los presupuestos de un cambio histórico, se quedaron en lo inauténtico de la cotidianidad, en el ensimismamiento y la egolatría. Comprobamos dolorosamente que la reconstrucción del país no era iniciativa de la extrema derecha ni de la extrema izquierda y que nos habíamos dejado encerrar en un falso dilema.
Debemos recordar que la autodenominada “bancada liberal social demócrata”, es una iniciativa desde la periferia, desde el sur y desde el occidente; Lara Restrepo nos ha vuelto a recordar las iniciativas de consensuar sobre lo fundamental que como en los tiempos de la postmodernidad brinda de nuevo la iniciativa al pensamiento complejo, al pensamiento alternativo político; un golpe al centralismo recalcitrante, a la política indecente: Una nueva oferta que propone unas reformas de fondo; si extremismos fundamentalistas.
Ojalá los huilenses y los colombianos volviéramos a consolidar los sueños comunes de tener un proyecto preclaro presidenciable que sea la tabla de salvación en un país caótico y en un apocalipsis nefasto que ya tenemos ante nosotros.