En mayúsculas debemos mencionar y referirnos a estas verdaderas heroínas. Son preponderantes en el manejo ambiental que las sitúa en primera plana de la atención política del mundo entero, sin ideologías, porque puede decirse sin ambages que sin las Mujeres Rurales no hay manera de preservar la naturaleza en su conjunto. Su papel se centra en la sostenibilidad ambiental y la conservación de la biodiversidad, superviviendo ante las malas condiciones a que han quedado sometidas históricamente por su mera condición de mujeres enfrentando desafíos significativos debido a la desigualdad de género, la falta de acceso a recursos y oportunidades limitadas.
En Colombia, en cifras redondas tenemos seis millones de mujeres rurales que representan más del 25% del total nacional y, sin embargo, solo tienen un 15,6% de participación en el mercado laboral -las mujeres urbanas tienen el 84,4% restante-, con salarios más bajos y menos oportunidades. Quiere decir esto que más de dos millones cuatrocientas mil mujeres rurales tienen que buscar su sustento rasguñando la tierra y criando animales en condiciones precarias, careciendo de educación formal y técnica en general, al punto que el 13% de las mayores de 15 años no saben leer ni escribir. En salud las cuentas son dramáticas: el 20% de las gestantes, entre 13 y 49 años, padece de anemia y más del 50% tiene deficiencia de hierro en su organismo, siendo muy precarios su acceso al servicio de salud.
El 24% de hogares rurales tienen a una mujer como cabeza de hogar por el abandono de sus parejas que olvidan el sustento familiar, quedando a cargo de hijos y adultos mayores. Más del 37% de mujeres rurales viven en condición de pobreza multidimensional y el cuidado no remunerado recae en ellas principalmente. Se suma la enorme desigualdad en la tenencia de tierras y su tamaño.
El pasado mes de julio la Procuraduría General de la Nación exhortó a los ministerios de ambiente y agricultura, así como a las diversas entidades territoriales y corporaciones públicas y privadas dedicadas a la protección y desarrollo sostenible de la Amazonía, a consolidar información para optimizar estrategias y programas de desarrollo económico y social tanto agropecuarios como de la ruralidad en general que respondan a las necesidades de cada región, en especial para sus mujeres, enfocados principalmente al control y disminución de la deforestación y cuidado ambiental. Programas que deben prosperar.