La Nación
“Las poquitas horas que duermo sueño que estoy aquí, que no pasó nada” 1 24 abril, 2024
NEIVA

“Las poquitas horas que duermo sueño que estoy aquí, que no pasó nada”

En pleno corazón de Neiva, las llamas consumieron todo el almacén Sortilegio, tres locales más también terminaron con afectaciones, aunque en menor grado, por eso mientras estos se preparaban para reabrir, del negocio familiar aún no se terminaban de extraer las cenizas de cientos de novenas, imágenes religiosas y demás productos esotéricos.

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En medio del olor a humo, las paredes tiznadas y profunda tristeza, se encontraba Sandra Tovar Maquillo tratando de recuperar lo poco que quedó bueno y, empacando en bolsas para basura, la mercancía reducida a cenizas que había almacenado durante meses, pero que por la pandemia de covid-19, no había podido ser comercializada.

Han sido 33 años que sus padres, Carlos Enrique y Teresa, le han entregado a Sortilegio, un negocio familiar dedicado a la venta de productos religiosos y esotéricos.

Sandra tiene 36 años de edad y junto con sus hermanos han pasado buena parte de su vida en este lugar; de adultos continúan trabajando en la fuente que les otorga el mínimo vital a varias familias.

Pero el pasado miércoles 21 de octubre, Sandra y los capitalinos vieron arder el centro de Neiva, y  el trabajo de toda una vida se redujo a solo polvo. El fuego inició hacia las cuatro de la tarde, se acercaba la hora del cierre de los locales. Sandra se encontraba al interior del negocio hablando por teléfono con su mamá, quien no visita el establecimiento desde marzo.

“Simplemente estaba sentada hablando y acordando que el jueves haríamos unos pagos y otras diligencias, y comencé a escuchar algo similar a un aruño en la pared, pensé que estaba lloviznando y fue, entonces, cuando me paré y vi que no estaba lloviendo, luego miré hacia arriba y vi humo, grité, me preocupé por mi sobrino. Él llegó  y cogimos los extintores, aunque mi primera reacción fue llamar a los bomberos y salir, luego intentamos apagarlo, pero de un momento a otro ya fue incontrolable”.

“Con las llamas fue todavía más la angustia. Perdí la noción del tiempo. Mi mamá todavía estaba en el teléfono y escuchó cuando yo grité ‘el extintor’,  yo colgué. Ella se quedó muy nerviosa, volvió a timbrar y ya no le contesté”, recordó.

La señora Teresa le pidió a una sobrina, que la acompañaba en casa, que pasara por el negocio. A los pocos minutos se enteró de la tragedia.

Los vecinos también acudieron y había por lo menos 20 personas con extintores intentando apagar las llamas que se habían apoderado de los velones y  los periódicos en los que estaban empacadas las estatuas religiosas, y que sirvieron para que el fuego avanzara a gran velocidad.

También se comercializaban esencias, fragancias, novenas, entre otros. En el segundo piso había cuatro bodegas y una oficina.  En poco tiempo todo se quemó. “No quedó absolutamente nada, no se salvó nada”, lamentó Sandra.

“Mi mamá estaba muy preocupada por saber qué nos había pasado, se calmó cuando se dio cuenta que estábamos bien. Al día siguiente con las fotos y videos el dolor la invadió; ahora está devastada porque muchas familias dependemos de la empresa”.

Desde entonces a la señora Teresa, de 71 años de edad, la ha invadido un dolor inmenso que le ha impedido comer y dormir bien.

El negocio

Sortilegio fue el local que más sufrió daños y pérdidas totales, que aún son incalculables. Mientras el fuego consumía el establecimiento, Sandra recordaba cómo fueron sus primeros pasos allí. Es la menor de tres hijos.

“Fue el trabajo de mis papás como esposos. Ellos llevaban varios años de casados, mi papá tenía un negocio de fotografía y lo cerraron para crear este. Todos hemos trabajado aquí, mis hermanos, primos, sobrinos, todos estamos vinculados a esta empresa”.

El padre de Sandra tiene 83 años de edad. De joven uno de sus hermanos residente en Cali le propuso el negocio, allí había un almacén Sortilegio con la misma misión institucional, así que Carlos Enrique aceptó instalar otro en Neiva al ver la viabilidad del mismo.

Este 12 de diciembre el sueño de Carlos y Teresa cumplía 34 años. Cuando la pandemia pisó suelo opita debieron cerrar puertas, como todos los demás comerciantes de la ciudad y del país y trabajar a domicilio. Las entradas se redujeron a cifras en rojo. Las deudas tampoco dieron espera, por eso cuando la Alcaldía de Neiva concedió una reapertura gradual: la esperanza estaba a flor de piel.

“Afortunadamente tenemos una clientela muy fiel que estuvo con nosotros durante el confinamiento, que nos buscaban y nos llamaban, entonces los atendíamos a domicilio. Por la pandemia, solo teníamos tres empleados directos, que son familiares”.

El golpe de la pandemia fue “fuerte”, dijo. Debieron cancelar varios contratos y la esperanza era reintegrarlos con la reapertura. Ante la crisis también optaron por los medios digitales y promocionar por redes sociales.

“Teníamos nuestra página de Facebook recién abierta, estábamos tomando fotografías para los catálogos, porque estaban diciendo que el confinamiento se iba a alargar, entonces nos preparamos para afrontarlo de otra manera y que fuera más fácil atender en caso de que volviéramos a cuarentena. Hasta la mañana del incendio estábamos tomando fotografías”, dijo.

Durante más de tres horas

Los bomberos llegaron al poco tiempo de presentarse el incendio, Sandra vio arder el negocio familiar hasta que 20 unidades del Cuerpo de Bomberos Oficiales de Neiva y un carrotanque cargado de agua lograron acabar con las llamas, que también se extendieron hacia tres locales más.

Hacia las ocho de la noche se dio por terminada la emergencia. Se desconoce el punto exacto donde se originó el corto circuito, que habría desencadenado la tragedia.

Los tubos de desagüe sufrieron daños y el agua quedó estancada debido a las cenizas, aun así y con el agua casi a las rodillas, Sandra y otros familiares entraron nuevamente al local esa misma noche, tratando de recolectar lo poco que quedó bueno.

“Cuando mis papás comenzaron el negocio invirtieron todo lo que tenían para poder ponerlo a funcionar. Fueron 34 años de domingo a domingo. Y aunque mi mamá no podía venir, por la pandemia, todos los días había que rendirle cuentas, siempre muy pendiente y consultarle qué se hace y qué no”.

El infortunio dejó como saldo varias paredes averiadas, que deben ser demolidas, y es necesario cambiar toda la red eléctrica. La familia aún no establece a cuánto ascienden las pérdidas, y deudas que tienen pendientes por pagar.

Tras el hecho, Sandra y las demás familias que dependían del negocio quedaron en total incertidumbre.

“No hemos podido descansar. Las poquitas horas que duermo sueño que estoy aquí, que no pasó nada y que todo está normal. Es muy duro. Estamos pensando en qué vamos a hacer porque no tenemos seguro, es muy triste”, concluyó casi entre lágrimas Sandra.

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La hipótesis

Un cortocircuito habría sido el origen del incendio que afectó a cuatro locales comerciales de la carrera Cuarta entre calles Quinta y Sexta, centro de Neiva; ninguna persona resultó herida, informaron las autoridades.

La emergencia ocurrió hacia las cuatro de la tarde y fue atendida por cuatro máquinas y 20 unidades del Cuerpo de Bomberos Oficiales de Neiva,  un carrotanque cargado de agua de la Novena Brigada del Ejército y una ambulancia de la Cruz Roja Seccional Huila.

Las primeras pesquisas señalan que la conflagración se originó en un almacén de distribución y venta de cámaras de seguridad, las llamas se extendieron rápidamente a un local de venta de pinturas, una ferretería y el almacén de artículos religiosos.

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