La Nación
Las trochas del Huila 1 17 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Las trochas del Huila

Es la cenicienta, el patio de atrás, el rincón olvidado que pocos visitan y que pareciera estar condenado a la desidia y el olvido. El norte del Huila – a juzgar por sus carreteras- no hace parte del departamento. Recorrí gran parte de sus vías y siguen convertidas en las trochas que son desde hace más de 30 años. Desde Neiva saliendo hacia Fortalecillas, el carreteable es lamentable. Y entendí por qué los pobladores taponan la vía cuando se les antoja, fastidiados por los accidentes y los chichones del pavimento. Sin embargo, a medida que se avanza hacia el norte, el pavimento es aún más deplorable. Desde Fortalecillas hasta Tello, los huecos son incontables y difícilmente se puede transitar 15 minutos sin encontrar un cráter. La carretera es angosta y peligrosa. No está señalizada, está cubierta a los lados por el monte y parece que nadie le mete mano.
La de Tello- Baraya, es aún más precaria: huecos y más huecos. ¿A alguien le importa el norte del Huila? ¿A Luis Enrique Dussán y a los gobernadores de atrás les importó esa porción de la población huilense? ¿Miraron hacia allá o pasaron de agache? Es increíble pero en la región se pelea en masa por Pericongo y la Ruta 45. Y tienen razón porque une el centro con el sur del país, pero el norte merece respeto. Si yo viviera en Tello, Baraya y Colombia, donde las condiciones viales son más críticas porque está más alejado del mapa, no recibiría a los políticos que, imagino, asisten en masa en elecciones, pero después desaparecen. Esta columna no le importará a quien jamás recorre la región, pero quien se mueva por la trocha, podrá confirmar que el norte se convirtió en el patito feo de los gobiernos departamentales. La región da votos, pero increíblemente no ha merecido un buen trozo de presupuesto para sus vías. Hace mucho no viajaba por la zona, pero regresé – no precisamente por sus ferias en Tello, lo único que le da vida a un pueblo-, y la encontré igual o peor de atrasada. No avanza y se percibe en sus vías. Por cierto, las calles de los cascos urbanos merecen una columna aparte.

Nota uno: increíble que el foco esté puesto en Ruber Bustos Cerquera, delegado del Huila en la Federación Nacional de Cafeteros porque, aunque es oriundo de la región, apoyaría al candidato bogotano, Carlos Felipe Robayo, a la gerencia de Fedecafé y no a Germán Alberto Bahamón que es opita. También es increíble que un huilense sea quien busque judicialmente tumbarle la curul de senador a Carlos Julio González Villa porque cree que debe aplicarse la silla vacía a Cambio Radical porque Arturo Char salió del cargo en medio del escándalo por corrupción provocado por Aida Merlano. ¿Por qué los huilenses se atacan entre ellos? ¿Alguna vez existirá la unión y quedará atrás la horrorosa manía de perseguirse entre opitas? Estamos jodidos.