El Estado hoy sólo se puede entender desde el cumplimiento de sus fines. Uno de esos fines esenciales es la prestación, control y garantía de la prestación de los servicios públicos.
Los neivanos somos valientes, trabajadores y recursivos. Enfrentamos adversidades buscando una forma de superar las dificultades, aunque no siempre podamos cambiar el rumbo de una historia que nos ha sido impuesta. Nos llaman “celios” con una mezcla de burla y desdén, pero quizás más allá de un estigma, esa etiqueta refleja nuestra capacidad para adaptarnos, para sobrevivir, para seguir adelante. Sin embargo, esa recursividad no debe ser sinónimo de conformismo. La indiferencia del Estado nos ha enseñado a “rebuscar”, a crear soluciones improvisadas ante la ausencia de lo que nos corresponde por derecho. Pero este no es el futuro que merecemos. Hoy, Neiva se enfrenta a una crisis de servicios públicos que no puede ser ignorada.
Los indicadores en educación son un claro reflejo de un sistema que, en lugar de evolucionar, parece estancarse en la mediocridad. Hace más de 25 años, la cobertura educativa del sector oficial alcanzaba a más de 85.000 estudiantes; hoy, tras seis gobiernos municipales, no llegamos a los 60.000, y en enero de 2025, más de 14.000 niños aún no han sido matriculados. ¿Qué nos está diciendo esto? ¿Es que los padres prefieren enviar a sus hijos a colegios privados de mala calidad antes que aprovechar una cobertura que el Estado debe garantizar? O peor aún, ¿es preferible dejar a los niños en casa o en las calles a que trabajen para sobrevivir?
Esta no es sólo una crisis educativa, es una crisis social, moral y política. Nos enfrentamos a la deserción escolar, al abandono, a un futuro incierto para los niños que no tienen acceso a una educación digna.
En el ámbito del transporte, la historia no cambia. El neivano es un ser incansable que se enfrenta a las deficiencias del servicio público de transporte con la misma determinación con la que enfrenta cualquier otra adversidad. Motocicletas, bicicletas, mototaxis y carros viejos o a pie, se convierten en alternativas ante la escasez de rutas y la inexistencia de un sistema de transporte público eficiente. ¿Por qué no se ha logrado cumplir con las rutas asignadas a las empresas transportadoras? ¿Es tan difícil renovar una flota que lleva años en el olvido?
El proyecto del Migo se diluyó, y el Setp se convirtió en un órgano cuya infraestructura no es suficiente, si no existe un plan vial que respalde la calidad del servicio. Y así, el mototaxismo se sigue enseñoreando como la única opción disponible. Lo que necesitamos no son parches, necesitamos un sistema que verdaderamente garantice la movilidad de todos los neivanos.