Froilán Casas Ortiz
Hemos caído en una ridiculización de la hermosa lengua de Castilla. ¡Cómo masacramos el idioma de Cervantes! Lo más triste de todo es que hay muchísimos “letrados” que sin criterio filológico se van tragando el anzuelo y van repitiendo como loros lo que el colectivo cultural, carente de conocimiento, se va imponiendo. Hemos escrito en más de una ocasión que en nuestro idioma el género es la calificación que el adjetivo le hace al sustantivo; es decir, el sustantivo determina el género: masculino o femenino. Por ejemplo, la casa es un sustantivo femenino, entonces el adjetivo empleado debe ir en femenino, casa blanca no blanco y así por el estilo. El sexo es una relación biológica y fisiológica más que gramatical. En español la palabra hombres abarca a los dos sexos, es decir, la humanidad sea femenina o masculina. Decir niños y niñas es un circunloquio, es decir, un giro gramatical inoficioso, utilizar más palabras que las necesarias; al decir niños, estoy incluyendo a las niñas.
Es triste constatar que hasta en las homilías, obispos y presbíteros, -que se supone son cultos, tal vez otrora-, maltraten el idioma diciendo: hermanos y hermanas. Por favor, en español, hermanos incluye per se a las hermanas. ¡Ah, la ignorancia es atrevida! Permítanme un discurso cargado de ridiculeces: “Pacientes y pacientas, les ruego, las ruego correr esos taburetes y taburetas; estoy encantado de poder dirigirme hoy a ustedes y ustedas, militantes y militantas, votantes y votantas, porque lo importante o importanta es que dejemos constancia y constancio, que nuestros valore y valoras, son los de los pueblos y las pueblas y que sepan que los problemas y problemos, tienen soluciones y solucionas, para los obreros y las obreras, para los profesionales y profesionalas. Como no me quiero extender o extendora, quisiera acabar o acabora diciendo me despido compañeros y compañeras, nos damos ánimos y ánimas”. ¡Qué ridículo lenguaje!, ¿verdad? Así son las cosas. Y sigo, un mensaje para tiempo de vacaciones: turistas y turistos, les ruego llevar para el recorrido por el lago y la laga, salvavidas y salvavidos por cualquier emergencia o emergencio que se presente o presenta. Igualmente es importante e importanta que lleven sus prendas y prendos de baño y baña para poder aprovechar las hermosas y hermosos piscinas y piscinos con que cuenta el balneario y balnearia. ¿Cómo les parece? Ahora se llama ser incluyente,-excúsenme las damas, las discriminé, se dice incluyenta para respetar el “género”-. ¡Ah, hasta dónde hemos llegado! No tenemos sentido crítico en el manejo del lenguaje y de los nuevos “modelos culturales”. Todo nos lo tragamos entero. Ahora decimos líderes y liderezas. ¡Qué ridículo! Si la palabra líder abarca a los dos sexos. El llamado incluyente o incluyenta es un rodeo que en la práctica sí expresa discriminación. Para mí y siempre ha sido así, no existe diferencia entre un afrodescendiente, un indígena, un mestizo, un blanco o un amarillo. ¡Basta, por favor! Son seres humanos y punto.