La Nación
“Líderes” 1 19 abril, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

“Líderes”

 

Mario Andrés Huertas Ramos

 

El 9 de enero se cumple otro aniversario del 37° presidente de los Estados Unidos: Richard Nixon. Hoy lo recordaremos con uno de sus mejores libros: “Líderes”.

Tras ofrecer un mosaico muy interesante de personajes de diferentes partes del mundo como: Churchill, Sukarno, Ben Gurion, De Gaulle y Nkrumah entre otros; Nixon explica, según su visión y experiencia, la manera en que influyeron, cómo diferían entre sí y las circunstancias que les permitieron, tras su paso, cambiar el curso de la historia.

Todos los líderes que Nixon conoció, y que quedaron registrados en esta obra, tenían una gran causa como motivo de existencia. Dicha causa era de interés nacional y estaba anclada, por supuesto, a la historia de su pueblo.

Algunas de las características que tenían en común era la tenacidad y laboriosidad a la que se auto sometían; es decir, la disciplina que tenían estos líderes para trabajar era una cuestión totalmente admirable.

Capacidad y valor para actuar en medio de situaciones extremadamente críticas. Estos líderes se jugaron el pellejo pensando no en su propia vida sino en la supervivencia de los pueblos que estaban tras de sí.

Otra característica en común era la confianza en sí mismos, incluso para afrontar y reconocer que, a la hora de tomar decisiones, habrían de equivocarse. Estos líderes siempre escucharon esa voz interna (instinto) que les habló.

Las figuras retratadas por Nixon fueron forjadores de una nueva etapa en la historia de su país y, en parte, de la humanidad. Porque la visión que tenían estaba íntimamente relacionada con la causa que defendían y, sobre todo, con el conjunto de ideas que moldearon su país.

Cada uno de estos líderes que Nixon retrató era un formidable comunicador. Para ellos, la política era teatro. De ahí, que tuviesen una particular puesta en escena que ratificaba tanto su estilo como su sello personal.

Todos los perfiles diseccionados en “Líderes” fueron seres extraordinarios en el sentido más preciso de la palabra. No eran hombres comunes y tampoco se esforzaban por aparentarlo. Es más, disfrutaban de esa cualidad y hasta la exageraban.

Creo que una de las reflexiones que más llama la atención de esta obra es la diferencia que hace entre un administrador y un líder.

Nixon afirma que mientras el primero representa un proceso -sobre todo burocrático-, el segundo marca una dirección específica de la historia. Por ello, “un administrador sin nada que administrar queda reducido a la nada, pero incluso fuera del poder, un líder cuenta con sus seguidores”.

Sin lugar a dudas, el líder más dramático que está implícitamente retratado es el propio Nixon que a pesar del Watergate supo, con el paso de los años, sobreponerse a su estrepitosa caída. La imagen antes de subir al helicóptero, ese 9 de agosto de 1974, es la síntesis de toda su carrera política.