Rodrigo Villalba Mosquera
Los partidos políticos y el Gobierno Duque, alrededor de la consulta anticorrupción, acordaron una agenda de reformas que el país clama, como las reformas político-electoral y a la justicia, entre otras.
Lo he dicho muchas veces. La política ‘hizo agua’, y en un país donde la política anda mal, lo demás no funciona bien. Causa escepticismo la descoordinación y la pobreza de este tipo de iniciativas legislativas; ejemplo la que prevé la renovación en las corporaciones públicas, donde sus integrantes no pueden durar más de tres periodos consecutivos, la misma que se tramita en simultáneo por ambas cámaras.
Tristeza me da el trámite de una reforma política electoral que se aprobó con desgano en segundo debate el pasado lunes en el Senado, bajo el título rimbombante de “Reforma político-electoral”, donde no aparece en ningún lado una iniciativa que enfrente el problema mayor como lo es la construcción de un nuevo sistema electoral, que termine con las microempresas electorales, esas que hacen que los candidatos, además de conseguir votos, tengan que buscar la financiación, y ahí fue Troya, ya que ésta va ligada al éxito electoral, y ahí es donde muchos le venden el ‘alma al diablo’ y aparecen los contratista públicos y los dineros espurios y no hay autoridad electoral que le ponga ‘tatequieto’ a los que se vuelan los topes y la ley electoral. Este es el mal de males de la política, y de esto no se habla una sílaba en la famosa reforma que estamos tramitando.
En hora buena aparece la figura de las listas cerradas, donde quien tiene que hacer la campaña y conseguir la financiación son los partidos. Y sí habla que la lista cerrada debe ir acompañada de instrumentos de democracia interna de los partidos. Propuse que su vigencia fuera a partir del 2022 -la que fue derrotada con 42 – 40 votos- en el entendido que las elecciones regionales del 2019 ya arrancaron y no es sano cambiar las reglas del juego a mitad de camino, pues si sale bien la reforma, culminaría su trámite en junio del año entrante, es decir a tres meses del día electoral. ¿A qué horas los partidos tendrán tiempo -con lista cerrada- de implementar los instrumentos de democracia interna? Si se llegara a aplicar la lista cerrada para el 2019, no van a encontrar candidatos que acepten estar después del segundo reglón, y los grandes derrotados serán los partidos de centro y los tradicionales. Los únicos que harán ‘su agosto’ serán los extremos del espectro político, el uribismo que tiene un liderazgo fuerte y el poder, y la izquierda de Petro que tiene ganas de avanzar hacia el poder. No quiero ver un ‘entierro de tercera’ para mi partido. Sí a la lista cerrada, pero es imposible aplicarla en el 2019, hay que asimilarla y darles tiempo a los partidos para que verdaderamente implementen los instrumentos de democracia interna.