“El Congreso, en las goteras de su disolución”: Roberto Gerlein Echeverría. Y tiene razón y ojalá suceda.
“El Congreso, en las goteras de su disolución”: Roberto Gerlein Echeverría. Y tiene razón y ojalá suceda. Es demasiado descaro; demasiada invasión de gente corrupta; demasiados intereses personales; demasiada impunidad; demasiada permanencia de personas cuyas vidas personales y cuyas familias están o han estado presas por delitos graves. No podemos seguir los colombianos siendo representados por semejantes personajes.
Con la Reforma a la Justicia le llenaron la copa al país y de este episodio, como lo dijo Oscar Montes en su excelente columna, no se salva ninguno de los autores de esta debacle. La carátula de semana lo dice todo: seis personajes con mucha representación política son los culpables; cuatro del Gobierno empezando por el Presidente Santos, su ex Ministro del Interior Germán Vargas Lleras, su actual jefe de esa cartera, Federico Renjifo, y el sacrificado Ministro de Justicia. Pero ahí no para el problema: los otros dos son los presidentes de Senado y Cámara, siendo la situación más insostenible la de Simón Gaviria.
Ya sale bastante aporreado de la Presidencia de la Cámara, pero sigue como Presidente del Partido Liberal después de haber confesado que no estudió cuidadosamente lo que estaba aprobando. Si bien es imperdonable para un Presidente de la Cámara de Representantes, es aún mucho más grave para un presidente de un partido político. No puede seguir en ese cargo, hasta Julio Sánchez le pidió la renuncia, ante semejante declaración. Su pose de estadista que ha asumido ahora apoyando al Presidente Santos, es absolutamente oportunista.
Pero volviendo a la destacada frase en El Heraldo del Senador Gerlein, llegó la hora para que el país reaccione y se renueve la clase política. No basta con revocar al actual Congreso sino que se debe asegurar que no vuelvan los corruptos, clientelistas, paramilitares, deshonestos, y toda esa gavilla que constituye la mayoría. ¿Por culpa de quien? De los colombianos que los siguen eligiendo por $50 mil pesos; por un mercado; por unas tejas y un cemento; y los más elegantes, por un puesto en la empresa privada de la cual son dueños los políticos o en una posición gubernamental, palanqueada por ellos.
No más, miren las consecuencias. A ustedes, pobres ingenuos que creyeron que esos parlamentarios que les dan limosnas o puestos iban a trabajar o por ustedes o por el país, ahora les ha quedado bien claro que usan sus votos para enriquecerse, para hacer fechorías. Y al Gobierno, estos son los resultados de su Unidad Nacional: a usted, Presidente Santos y a sus ministros, eso les pasa por politiqueros, por creer que se construye la democracia dándoles gusto a semejantes personajes. Pues resultó que ustedes salieron muy, pero muy perjudicados. Nadie les cree que no sabían, que los sorprendieron los micos.
Si no aprovechamos esta efervescencia y no impulsamos la salida de semejante Congreso; una verdadera reforma a la justicia que beneficie al país y que no declare santos a los políticos con prontuario, unos verdaderos Partidos Políticos con líderes que se merezcan ese honor, tendremos un país vergonzoso, descuadernado, que nos merecemos por blandengues. Y a propósito, el Senador Char, ¿como voto la Reforma?