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Lo que deben soportar los loros ‘frentiamarillo’ 1 28 marzo, 2024
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Lo que deben soportar los loros ‘frentiamarillo’

Ser ave de color verde y llamarse Roberto, René o Ricardo, es una pésima combinación. La suerte de estos pobres animales termina con vivir en cautiverio, con una dieta poco saludable y siendo el centro de atracción en las casas.

 

Dai Trujillo

periodistadigital@lanacion.com.co

 

Es muy común que esta especie de loros, habite con los humanos y sea un miembro más de la familia, sepa algunas palabras u oraciones y le den siempre leche con pan o cacao. Pero la realidad va un poco más allá, pues en Colombia y en el departamento del Huila los loros ‘frentiamarillo’ son la variedad de ave más común que se tienen de manera ilegal.

Este animal, de característicos colores, verde y amarillo, es uno de los que más es traficado en el país, debido a que tiende a ser dócil y de fácil tenencia; lo que la comunidad ignora es cómo llega el loro a los hogares.

Los loros ‘frentiamarillo’, que usualmente tienen nidos en las peñas de las montañas o en las palmas, son el blanco de fácil de los traficantes y cuando los polluelos nacen, son extraídos de sus nidos, en ocasiones ni siquiera han conseguido tener todas sus plumas o completar su crianza, cuando los traficantes los hurtan de sus nidos. En el proceso de extracción de estos animales, muchos mueren, por su debilidad, estrés y la ausencia de la madre; luego de esto, los polluelos son vendidos en plazas de mercado o por encargo.

¿Por qué es ilegal tener un loro?

La Ley 2111 del 2021 tipifica en su artículo 328 el aprovechamiento ilícito de los recursos naturales, indicando que extraer, tener, mantener, transportar o comercializar toda clase de animales silvestres incurrirá en un delito con prisión de 60 a 135 meses y multas pecuniarias. Por lo anterior, no solo delinque quien lo extrae, sino quien lo transporta y quien lo tiene en su casa o en su finca.

Frente a estos casos, la Corporación Autónoma Regional del Alto Magdalena, CAM, y la Policía Ambiental deben hacer las incautaciones respectivas. Según narra el IJ. Héctor Pacheco, jefe del Grupo de Protección Ambiental de la Policía Metropolitana de Neiva, “las personas manifiestan que fue que alguien se lo trajo, alguien se lo regaló, que lo encontró en espacio público y que lo acogió en su vivienda para darle protección”; frente a esas declaraciones de las personas, para evitar el comparendo y la incautación, la Policía Ambiental considera que, en la mayoría de las ocasiones, estos loros son comprados como mascotas y al ser animales tan longevos, se adaptan fácil al cautiverio.

Mario Suárez, profesional de Fauna Silvestre de la CAM, manifiesta que “estos loros viven mucho tiempo, en la naturaleza viven mucho tiempo y los traficantes se llevan los polluelos, entonces, al acabarse la población de loro juvenil en el medio silvestre, solo van quedando los loros más viejos, lo que podría desencadenar a una posible extinción”.

¿De verdad un loro habla?

Sin ánimo de arruinar las creencias de las personas, los loros ‘frentiamarillo’ no hablan, sí tienen la capacidad de memorizar sonidos y, por ende, imitan sonidos, pero no significa que tengan el intelecto para entender que están repitiendo. Suárez indica que de hecho “la capacidad de repetir palabras es la principal causa del tráfico de loros”.

Ir al aviario de la CAM es oír todo el daño que le han hecho a esta especie. Mientras usted esté a una distancia prudente, estos ejemplares emitirán sonidos propios de su especie, pero en el momento en el que usted se acerque, de inmediato comenzarán a recordar las frases o palabras que aprendieron con humanos. ¿En qué le afecta esto? Son animales que deben pasar por un proceso largo de rehabilitación, pues no pueden ser liberados, ya que, si se liberan así, pueden ser presa fácil de sus depredadores porque periódicamente repetirán palabras que revelarían su ubicación.

Piénselo dos veces antes de tener un loro como mascota, ¿vale la pena sacrificar la libertad del ejemplar por el disfrute propio?

Foto: Tomada por Sergio Reyes.