Ataques terroristas como los que sufrió el Ejército Nacional en el departamento de Antioquia merecen el repudio de toda la sociedad colombiana. El atentado es además el reflejo del régimen del terror que quieren imponer grupos ilegalmente armados en varias regiones del país.
El accionar es el mismo al de toda organización ilegal que quiere mantener el dominio: a cada acción del Estado, responder con el ataque sorpresivo. Tal fue este el caso ocurrido en zona rural del municipio de Frontino, Antioquia. “Después de desarrollar una operación militar contra el ‘clan del Golfo’ en la que es muerto uno de esos terroristas, capturado otro y sometido a la justicia otro; cuando se realizan los actos urgentes y la debida diligencia, las unidades están saliendo del área y uno de los vehículos en los que se movilizaban es afectado por la activación, por parte de bandidos del ‘clan del Golfo’, de un artefacto explosivo improvisado”, narró el general Juvenal Díaz, comandante de la Séptima División del Ejército, al confirmar ayer la muerte de 6 de sus hombres y heridas a cinco más.
Sobre este mismo episodio, el ministro de Defensa, Diego Molano, confirmó que el ataque del ‘clan del Golfo’ fue una “miserable represalia frente a los duros golpes” que le ha propinado el Ejército en Antioquia.
Alimentado vigorosamente por el narcotráfico, el ‘clan del Golfo’ es uno de los varios grupos ilegalmente armados que se quiere imponer a sangre y fuego en varias zonas del territorio colombiano. Estos grupos tienen en sus filas más de 12.800 personas, según registros de las mismas autoridades que fueron divulgados a finales del año pasado. De esa cifra, más de 6.000 están en armas.
Estos grupos representan una amenaza para los colombianos y el Estado está en su deber de desmantelarlos.