La Nación
Juan David Huertas Ramos
COLUMNISTAS OPINIÓN

Los bandidos le prefieren en efectivo

Juan David Huertas Ramos

La bancarización es el proceso a través del cual los productos y servicios financieros  ofrecidos por la banca comercial llegan a más personas a nivel mundial. Este tiene, por supuesto, una fuerte relación con la inclusión financiera que se define como el proceso a través del cual se promueve el acceso a servicios y productos financieros a costos razonables para todas los agentes de una economía.

En pocas palabras, la inclusión financiera es el macroproceso. La bancarización, un proceso particular de esta.

Dentro del proceso de bancarización a nivel global, los principales promotores han sido los Estados, pues desean tener trazabilidad de las diferentes transacciones que se dan en sus sistemas económicos a fin de tener la información suficiente que soporte los procesos de financiamiento de las arcas públicas, por un lado, y el seguimiento de las actividades criminales, por el otro.

En ese sentido, la digitalización de la economía es una tarea esencial en el proceso de bancarización. Pues, cuando ello se logra, todas las transacciones económicas realizadas en un país dejan una huella digital que será usada por las autoridades para ejercer control sobre el destinatario, el uso (al menos formalmente) y el origen de los recursos.

En ese sentido, Asobancaria indica en su reporte Banca & Economía (Ed. 1289) que “en la medida que las economías crecen y se modernizan sus sistemas de pagos, el uso del efectivo tiende a decrecer como proporción del PIB. Este no es el caso en Colombia donde, por el contrario, ha tendido a aumentar, impidiendo que se acelere la profundización financiera”.

En este reporte, Asobancaria cita al reconocido economista Kenneth Rogoff, quien aseguró en 2014 que el dinero en efectivo “es un facilitador de las actividades de la economía subterránea, incluyendo la informalidad, las actividades ilegales y la evasión fiscal, y esto se debe a que estas operaciones se manejan por medio del efectivo, ya que no tiene un respaldo transaccional y no hay registros de tal actividad”.

Es decir, mientras la mayoría de la población no tiene problema alguno con que sus transacciones económicas tengan registro, los bandidos prefieren usar el dinero en efectivo para evadir los controles del Estado. Estos personajes gustan del dinero a manotadas, pues configura también un efecto psicológico de poder.

En Colombia hemos sido testigos de ello por mucho tiempo y en muchas ocasiones. Tan solo unos ejemplos son las caletas de los narcos en los 70s, 80s y 90s que forraban los paquetes de dinero en efectivo para ocultarlo en piscinas y demás. El país también ha presenciado el hallazgo de las caletas de los grupos guerrilleros y las autodefensas (Barriles atiborrados de efectivo que enterraban en la selva). Colombia también ha sido testigo de los carros que extrañamente se han encontrado repletos de dinero en efectivo, pero el asunto no para allí. Hemos visto también desfilar costales, bolsas plásticas, morrales y maletines en los que viajan abultadas sumas de dinero para pagar…

¿Para pagar qué? Vaya Dios a saber dichas sumas de dinero lo que pagan o lo que compran.

Lo importante es que el esfuerzo por incrementar la bancarización en Colombia no puede parar. Esta también es una herramienta que nos permitirá como sociedad luchar contra el crimen organizado.