Yamid Sanabria
Gustavo Petro es el presidente número 118 de nuestra historia política desde 1810. A partir del siete de agosto tendrá la tarea de cumplir los compromisos con la ciudadanía, la clase política (aliados), las relaciones internacionales y acatar la Constitución. El triunfo histórico de la izquierda tiene que verse reflejado en un cambio de agenda, no solo como una nueva élite con el poder del Estado.
La ciudadanía espera que pueda cumplir con reformas estructurales, principalmente en el modelo de atención en salud sin las EPS, el sistema pensional, el pago de impuestos a los 4.000 más ricos de Colombia a través de una reforma tributaria, la transición del carbón y petróleo (dijo acabar las nuevas exploraciones y explotaciones) a energías renovables, la propiedad de la tierra, el ingreso económico para jóvenes y madres cabeza de familia, la industrialización del agro, la reducción de aranceles, la educación superior gratuita y universal, impedir nuevas hidroeléctricas, entre otros; para eso necesita del congreso.
Ahora vienen los compromisos políticos; allí el estratégico Roy tendrá la tarea de seducir al Partido Liberal, la Coalición Centro Esperanza, algunos de Cambio Radical y el Partido de la U, mediante “oportunidades” para los congresistas; que junto con los del Pacto Histórico y los Comunes buscarán hacer mayorías para que las iniciativas prosperen en Cámara y Senado.
Además tiene temas pendientes con los equipos de los gobernantes aliados que apoyaron la campaña, como Claudia López en Bogotá; Daniel Quintero en Medellín; Iván Ospina en Cali, Gorky Muñoz en Neiva, entre otros; quienes buscarán tener “la bendición” del presidente para sus candidatos a la Alcaldía en las elecciones regionales del próximo año; que el petrismo esté de acuerdo o no, es parte de las discusiones internas, que en la izquierda son bien largas.
Por otra parte las relaciones internacionales se ven favorables tanto con la Unión Europea como con Estados Unidos (aliados estratégicos) y vecinos del continente que hoy cuentan con gobiernos progresistas, como Chile, Perú, Argentina, Bolivia y México, sumado a un posible triunfo de Lula en Brasil; harían tomar un papel protagónico a Gustavo.
Para el cumplimiento de los compromisos deberá acatar la constitución, elegir un buen equipo de gobierno y crear confianza en un alto número de colombianos que solo a través de resultados se convencerán del cambio.