Andrea del Pilar Bautista Perdomo
La Ley “ANTICHANCLETA” que ya está lista para sanción presidencial, ha generado bastante controversia frente al hecho de decir que ahora también se va a condicionar a las personas a la crianza de los hijos. Pues bien, lo que veo en ella es que se busca emitir un consejo de crianza adecuada de los padres hacia sus hijos, porque no se puede concebir estar dando un trato de golpes y malas palabras para ellos.
Lamentablemente nuestra sociedad demuestra cifras astronómicas de violencia en los adultos, producto de patrones de crianza enlodados en la rudeza, abandono y el desamor, entre otros. No podemos seguir alimentando una sociedad agresiva, pues el castigo físico solo genera más violencia y deja marcas imborrables en la vida, así no lo queramos reconocer. Se puede educar sin pegar y si bien es cierto defiendo esta teoría, tampoco no se trata, de no generar los castigos de otra índole que en muchos casos duele más que la crueldad de una paliza. Ahora bien, esto tampoco puede generar una díscola de demandas para los padres, donde por un llamado de atención se vean envueltos en enredos legales.
Mas bien los padres como educadores del hogar, debemos demostrar siempre que no perdemos el control y que somos capaces de guiar al niño, al joven y darle las herramientas para que ellos obren con comportamientos adecuados ante diferentes situaciones; recordemos que lo mejor que se puede reflejar es el ejemplo.
Hoy quiero hacer una reflexión frente al rol de los padres, relación que debe ser de colaboración y que el núcleo familiar entienda que la responsabilidad es de los dos y no de una sola vía, vale la pena que se cavile sobre el tiempo y la calidad de este cuanto estamos con nuestros hijos, para brindarle realmente lo que necesitan. Otro aspecto relevante es, quien está compartiendo la crianza de los hijos, con quien los dejas, si son las personas adecuadas para ayudar a los procesos de crianza, formación y educación.
Definitivamente la decisión de traer hijos al mundo cada vez cobra mayor importancia y responsabilidad, porque debe darse con total seguridad de brindarles las condiciones óptimas en su vida y que más allá del aspecto económico, es saber si realmente nos sentimos preparados para ser verdaderos padres y entreguemos hijos buenos al servicio del mundo y la sociedad tan deteriorada en que estamos.