La Nación
EDITORIAL

Los lujos carcelarios

Una de las grandes vergüenzas de la Justicia colombiana ha sido y sigue siendo el Régimen Penitenciario y Carcelario, protagonista permanente de sucesivos escándalos de corrupción, desigualdades irritantes y aberrantes, criminalidad interna y un marco administrativo imposible de manejar con 32 sindicatos acosando al Inpec. Una de las grandes vergüenzas de la Justicia colombiana ha sido y sigue siendo el Régimen Penitenciario y Carcelario, protagonista permanente de sucesivos escándalos de corrupción, desigualdades irritantes y aberrantes, criminalidad interna y un marco administrativo imposible de manejar con 32 sindicatos acosando al Inpec. Lo que acaba de descubrirse con los Nule, no debería llamar a sorpresa a nadie, en un país donde el mismo Código Penitenciario y Carcelario consagra, desde sus principios rectores, la autorización para que se discrimine por distintos motivos, es decir para que se otorguen lujos y privilegios a determinados presos. La notable desigualdad judicial y carcelaria en Colombia empieza desde la misma captura. No se entiende cómo algunos detenidos van atados con esposas, son conducidos casi a empellones por las fuerzas de seguridad y se les priva por completo de comunicación, en tanto otros llegan de saco y corbata, caminan libremente, reciben visitas todos los días y, como se ha conocido de los señores Nule, tienen derecho a chef propio, televisión satelital y juegos electrónicos. Nada nuevo si recordamos el increíble despelote que reinó en la tristemente célebre cárcel de La Catedral, donde el mafioso Pablo Escobar y sus compinches llegaron al extremo de asesinar contendores en los predios de la misma prisión, o las insólitas fugas protagonizadas por peligrosos criminales o las cómodas condiciones en que se mantienen quienes logran el acceso a las exóticas “casas fiscales”. Harta falta le hace a Colombia una legislación seria  y responsable en materia de cumplimiento de penas, como ocurre en diversos países en los que la condición de preso o detenido se maneja de manera absolutamente igualitaria. Basta con pertenecer a un círculo social, una posición económica, un rango militar o policial u ostentar un cargo público para que la prisión no sea la misma que la del resto de reos. En buena hora el señor Ministro de Justicia anuncia una modificación al Código Carcelario y Penitenciario, tarea que no será nada fácil puesto que será el Congreso de la República, tan carcomido en su prestigio y legitimidad por decenas de sus miembros en la cárcel, quien determine esos cambios. Pero esperamos que Cámara y Senado den muestras de responsabilidad y prevalencia del interés general y la igualdad, y se le dé al país un marco jurídico en el que predomine tanto la dignidad del preso como la igualdad sin distingo alguno, exceptuando por supuesto aquellos casos especialísimos, como los de las Fuerzas Armadas, en los que es necesario un régimen distinto pero no menos estricto. “Basta con pertenecer a un círculo social, una posición económica, un rango militar o policial u ostentar un cargo público para que la prisión no sea la misma que la del resto de reos”. Editorialito Según el gerente de Empresas Públicas, los proyectados ajustes en los costos de los servicios públicos de acueducto y alcantarillado, serán temporales. Si piensa en otras alternativas, porque no espera la nueva fórmula para mantener los subsidios. Las medidas transitorias en Colombia se vuelven permanentes.