La Nación
OPINIÓN

Los míos, los tuyos y los nuestros: Crónica de alianzas, avales y chanchullos electorales

Lo importante es ganar, no importa el cómo ni el con quién. Rafael Uribe Uribe y Laureano Gómez se deben revolcar en sus tumbas, al ver a sus respectivos partidos  amangualados para llegar a un cargo regional.
 
Y es que ya no importa si antaño los “líderes” fueron opositores; o si cada quién haló para su lado, sin importar los intereses del otro. A menos de tres meses de las elecciones cualquier arreglo es bueno, si con eso se suma, supuestamente, poder electoral.
 
Yo, sinceramente, no esperaba que el médico Rodrigo Lara tuviera algo que llegar a ver con una persona como Hernán Andrade. Ciertamente pensé que no era su “tipo”, y que su política difería sustancialmente del tono clientelista y marrullero, tan propio de las líneas “andradistas”. Para más Germán Bahamón, quién ha querido irse en solitario, sin importar las corrientes de su mismo partido. No sé a qué conduzca la alianza entre Lara y Andrade, pero solo escuchándola ya se puede suponer que no será muy ventajosa para el candidato. Si su propuesta está encaminada a hacerle frente a la corrupción “politiquera”, deberá, a mi juicio, considerar mejor a sus aliados. El tiro le puede salir por la culata.
 
Gorky, por el contrario, no se oculta nada. Es lo que es. Su política es una, buena o mala, pero no la cambia. Sabe a lo que va, y no se esconde tras discursos imposibles de cumplir. No habla de acabar con la politiquería, pues entiende que solo untándose de ella puede asegurarse la alcaldía. Hace alianzas con el que se le ofrezca. Un claro ejemplo  es la que acaba de finiquitar con el inmolado Faiver Hoyos, al que su partido casi acaba, pero quién se jugará su última carta, posiblemente ganadora, en las huestes liberales.  La política es así, no se puede untarse un dedo sin untarse la mano entera.
 
De eso conocen muy bien Rodrigo Villalba y Julio Enrique Ortiz. Nadie sabe para quién trabaja, y menos cuando se quiere alcanzar una gobernación. Villalba no va a quemar “pólvora en gallinazo”, y Julio Enrique era un caso perdido, todos lo sabíamos, pero no es justo que se juegue así con la dignidad de una persona. La adhesión del senador a la campaña conservadora ha traído más especulaciones que la misma escogencia del candidato azul. Muchos son los corridos, más que los que han llegado. A Carlos Ramiro le habría alcanzado solo, pero con la unión de los rojos, varios han perdido el norte y se han bajado del barco, terminando en más desuniones, favoreciendo las campañas contrarias. Integración Conservadora se fundamenta en seudo godos recalcitrantes que nunca han visto con buenos ojos al exgobernador, y eso pesa. No se puede patear la lonchera, menos por querer comer en casa ajena.
 
Y aunque para la asamblea y alcaldías también se han dado avales compartidos, lo cierto es que más que los partidos lo que influyen son los nombres que figuran. Cambio Radical y la “U” siguen firmando alianzas importantes, mientras que liberales y conservadores continúan dividiéndose en fracciones cada vez más pequeñas.
 
El Centro Democrático no tiene mucho que esperar en el Huila. Su mejor jugada sería firmar acuerdos este mismo mes. Además, puedo asegurar que se podría estar cocinando una unión entre los “Julios”, que traería consigo otra “Esperanza”.
 
Lo que queda visto es que en el ajedrez político del Huila las cosas cambian de manera abrumadora, en segundos. Con la salida del Congreso de Ana María Rincón, la “U” se queda sola y acabada. Y mientras que los prismas azules y rojos difícilmente combinan, los contendores con doble tanque de oxígeno siguen viento en popa la marcha.  
 
No es tiempo de querer improvisar. Ya saben: es mejor ser lo que se es, que aparentar querer ser lo que nunca se será y lo que jamás se ha sido.