El alcalde Gorky Muñoz debería aprovechar la semana mayor para reflexionar sobre los pecados del contrato del PAE – Programa de Alimentación Escolar en Neiva. Según la creencia, los pecados pueden llevar a la condenación eterna (órganos de control para este caso) si una persona no se arrepiente, ¿Gorky se arrepentirá de la adjudicación de este contrato?
El contrato tiene un valor de $ 13.526.149.500 y según el estudio previo No. 2526 del 11 de febrero del 2022 se deben entregar diariamente 27.195 regriferios y 10.896 almuerzos durante 100 días del calendario escolar; todo ello en un presunto pliego “sastre” o “hecho a la medida para un consorcio”, como lo manifestó el personero de Neiva.
El primer pecado fue infringir el parágrafo 1, del artículo 2, de la ley 2167 del 2021 que ordena a las entidades territoriales (la alcaldía) adelantar una debida planeación del servicio de alimentación desde el primer día y sin interrupciones durante el calendario escolar, pero las clases iniciaron el 24 de enero del 2022 y a la fecha ningún restaurante escolar ha entrado en funcionamiento, afectando gravemente la calidad educativa de los menores.
Teniendo en cuenta que las modalidades son preparación en sitio e industrializadas, el segundo pecado está asociado con los costos desmesurados, como el pago de las manipuladoras por $27.574.074 diarios, cobrando hasta las raciones que ya vienen empacadas, acaso ¿cuántas personas van a contratar al día y quien asegura esa cantidad?; por otro lado el transporte tiene un valor de $57.612.635 semanales (seguro llevarán los alimentos en carros de lujo); y como si fuera poco el pago de los recibos mensuales del gas será por $55.765.220 y los kits mensuales (1 y 2) de aseo por $115.872.800 para 37 instituciones educativas. Unos valores que no se ajustan ni a los restaurantes más costosos de la ciudad.
El tercero es pagarle al contratista las estampillas e impuestos por un valor de $901.437.680, cuando este debe ser asumido por él y no del bolsillo de los neivanos; y así hay muchos más. Estos pecados parecen un sacrilegio, en algo tan sagrado como la alimentación de los niños.