Los riesgos de la bonanza ganadera

Eduardo Gutiérrez Arias

Es indudable que la ganadería colombiana vive un momento de auge y expansión. Tal como lo registra el analista económico Eduardo Lora en su último artículo en la revista Semana, las exportaciones en el 2021 alcanzaron la voluminosa cifra de US$427.4 millones de dólares, con un incremento cercano al 66% frente a las registradas en el año anterior. Los despachos de carne y despojos al mercado externo llegaron a 56.790 toneladas. Esto ha generado un desabastecimiento en el mercado interno provocando un alza de precios del producto que se aproxima al 35% en el último año, contribuyendo a agravar el fenómeno de la inflación y la carestía que vive la economía nacional. Lo peor de esta situación es que los principales beneficiados no son los campesinos ganaderos sino los terratenientes que practican la ganadería extensiva en las zonas de colonización, que incrementan sus potreros mediante la tala y posterior quema del bosque tropical amazónico y de la Orinoquía, que la ONU ha definido como reservas de la biosfera. Esto provocó a finales de enero y principios de febrero del presente año una emergencia ambiental en Bogotá, porque los vientos que vienen del sur llegaron cargados de humo y partículas, obligando a declarar una emergencia sanitaria en la capital del país. El latifundismo no ha permitido la actualización del catastro para el pago del impuesto predial, que es evadido, pero si se beneficia de la valorización que en sus haciendas produce la construcción de carreteras, la penetración de servicios públicos como energía eléctricas, acueductos e internet y el surgimiento de nuevos poblados. Otro factor de elusión para ellos son todas las normas de seguridad social, manteniendo con sus empleados una relación de servidumbre muy cercana a la de la época feudal.

La clase social terrateniente ha sido la gran beneficiaria de la violencia y la ausencia de un Estado moderno. Fueron los impulsores del fenómeno del paramilitarismo en el país, que más que protegerse de la guerrilla, les permitió ensanchar sus haciendas, despojando campesinos y colonos de sus parcelas. Su gremio Fedegán ha sido instrumento fundamental para todo el fenómeno de derechización de la vida política colombiana en los últimos 30 años y para impedir que prosperen las negociaciones y acuerdos de paz que nos permitan construir una verdadera sociedad democrática. Hoy son los grandes beneficiarios de la actual bonanza del sector ganadero que a su vez estimula sus prácticas depredadoras de la naturaleza y acentúan el peligroso camino del cambio climático.

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