Por: Gabriel Calderón Molina
Al cumplirse un mes del paro y de la protesta social que viene afectando profundamente a todos los sectores de la vida nacional, la conclusión que se saca es que estamos atravesando los tiempos de los ciegos y los sordos. Ni el gobierno del presidente Duque, ni ve ni escucha, y los promotores del paro tampoco. Entre tanto los colombianos vemos cómo la economía nacional y la de las regiones, por la pandemia y el paro, están al borde de una crisis que no sabemos a dónde llegará. Ni el gobierno ni los promotores del paro parece que tengan conciencia del daño que se le está causando a la gran mayoría de la población.
El gobierno de Duque ha cometido muchas equivocaciones desde el día que asumió el poder, empezando por la provocadora agresión verbal e institucional contra el Acuerdo de Paz con la Farc, ahondando la polarización y menospreciando la función de unir a los colombianos. Luego, por la nefasta política fiscal de favorecimiento de los intereses de los poderosos liderada por un ministro de Hacienda que buscó ensañarse contra la clase media y los pobres de este país. Todo esto deja ver la ceguera, la sordera y la falta de visión del gobierno que originó la explosión social que estamos viendo y que se tornó en abono propicio para el vandalaje, incendios, saqueos y los bloqueos irresponsables de las vías que amenaza llevar a la ruina la economía nacional.
Por su parte, los promotores del paro han utilizado los bloqueos de las vías como si no les importara la pérdida de empleos que éste ha causado agravando los efectos de la pandemia; tampoco del alza de precios de los productos básicos de los hogares, el suministro de insumos médicos y de los productos del campo a las ciudades y los demás daños que a la mayoría de los colombianos nos están causando, junto con el vandalismo, los procesos de producción y comercialización de bienes y servicios, la construcción de obras, las importaciones y las exportaciones, el turismo y de todas las demás actividades productivas de las cuales depende la subsistencia de los colombianos.
La violencia utilizada por la fuerza pública y por muchos de los que participan de la protesta es una la violación de los derechos humanos. Olvidan, unos y otros, que los derechos humanos terminan donde empiezan los de los demás. Tanto el gobierno como los promotores del paro parece que están ciegos y sordos a todo lo que está ocurriendo. ¿Volvimos a los tiempos de la patria “boba”? Mientras tanto: ¿hasta cuándo van durar las negociaciones?.