Finalmente, la nueva casa de los lustrabotas fue entregada a los trabajadores de cepillo y betún que realizan su actividad en el Parque Santander, en el centro de Neiva.
La Administración Municipal realizó la intervención en mejoras de infraestructura, el techo, un cambio en el piso, las bancas, la cubierta y el tejado, que será de barro.
Rafael Hernando Yepes, secretario de Planeación Municipal, había dicho que la obra de remodelación estaba estimada en 45 días, dentro de la obligación que quedó por parte del contratista. La obra tuvo un costo cercano a los 40 millones de pesos.
El techo es de barro y quedó reforzado para proteger a los lustrabotas y a su clientela de la lluvia y el sol. Fotos Sergio Reyes.
Abogados, contadores, docentes, ilustrados y hombres del común se han sentado aquí para sacar brillo a su calzado.
Hombres laboriosos que aprendieron su oficio a través de generaciones son quienes hacen día a día este trabajo.
Un vaso de tinto y el periódico del día hacen parte de las características más notables de la jornada.
Este es uno de los oficios más tradicionales y que se mantiene aún vigente.
EN REDES
Luis López.
Muy bien, acondicionamiento de espacios públicos establecidos productivos, empezamos a ver coherencias.
Víctor España.
Está muy bien que mejoren pero hacen falta las bancas en el parque Santander. Ojalá las coloquen para que se pueda descansar.
Alirio González Ramírez
Me produce mucha satisfacción que se haga algo positivo para mejorar las condiciones de trabajo del gremio de lustrabotas integrado por gentes honradas que, diariamente y con mucho esmero, le prestan sus servicios a la ciudadanía neivana.
Alberto Rosero Tafur
Es un sitio muy importante de la ciudad pero que es atropellado por la no cultura. Abundan los malos olores y la prostitución, atropella a estos microempresarios. ¿Que tal un sitio para acompañar la lustrada con un buen tinto o café?
“El limpiabotas, así formado, guarda en la alcancía de su cajón de lustrar, junto con el betún, los cepillos, los trapos y las agrias naranjas, su noción de lo vivo, su idea de lo eterno, su ilusión de lo futuro y su rencoroso sentimiento de lo pasado. Los cajones de los limpiabotas son unas bombas anarquistas, amasadas en pólvora de abandono, cargadas de dinamita de ignorancia, atestadas de proyectiles de odio. (El Tiempo, agosto 23 de 1935.)”.