Durante la presente semana, el municipio de Pitalito fue escenario de un hecho de sangre: el crimen bajo la modalidad de sicariato del exmiembro de las Farc, Jhon Kennedy Vargas Aros, quien tenía 37 años de edad y era oriundo del municipio de San Vicente del Caguán, Caquetá.
La víctima recibió tres impactos de bala de manos de hombres que se movilizaban en motocicleta, en el barrio Los Pinos del valle de laboyos. El firmante de paz alcanzó a llegar al Hospital Departamental ‘San Antonio’, pero minutos después falleció.
Las informaciones que se conocieron sobre el homicidio dan cuenta que Vargas Aros se encontraba en Los Pinos en un carro particular, color blanco, y que cuando intentó ingresar al vehículo, fue alcanzado por sus verdugos. Pese a que el hombre tenía en el interior del automotor un arma de fuego, no logró reaccionar oportunamente.
La Policía cree que este asesinato obedecería a retaliaciones por rencillas personales o derivadas de su pasado en la guerrilla de las Farc.
Este crimen tiene connotaciones graves. Desde el año 2019, la Defensoría del Pueblo ha venido alertando que Pitalito es de un alto riesgo para los excombatientes de las Farc por presencia de grupos armados que amenazan la seguridad de este grupo, al igual que líderes sociales y de personas defensoras de derechos humanos.
El alcalde de Pitalito, Edgar Muñoz, como primera autoridad del municipio, debe convocar de manera urgente a la Policía y la Fiscalía para que adelanten las investigaciones que conduzcan a la captura de los responsables de los hechos.
El mandatario está en la obligación de dirigir todos sus esfuerzos para que en este 2022 Pitalito no vuelva a ser un territorio marcado por los casos de sicariato y los hechos de inseguridad. De las autoridades depende que el crimen de Vargas Aros no sea una mala señal.