El mundo y sus dirigentes parecen ciegos, ante la aparición de más drogas psicoactivas se está fomentando con mayor fuerza la despenalización de la dosis mínima y lamentablemente en Colombia se está pensando de la misma forma. A comienzos del siglo pasado el alcohol era prohibido; sin embargo, a raíz del aumento desmesurado del comercio ilegal se optó por legalizarlo. Y ahí fue Troya; se expandió como nunca el consumo de alcohol y se aumentaron los casos de alcoholismo. ¿Cuántas vidas ha costado el consumo exagerado y “legal” del alcohol? ¿Cuántos hogares se han destruido por el alcoholismo? ¿Qué hubiera pasado si el alcohol nunca se hubiera permitido en los altos grados de concentración que hay hoy en las bebidas? ¿Seríamos una sociedad igual? Lo mismo puede suceder con la permisividad que se está abriendo para las drogas que alteran también los sentidos. Abrir el “boquete” de dejar sin delito la dosis mínima es pasar un peligroso umbral que podría inundar nuestra sociedad de sustancias inimaginables en manos irresponsables. Tengo la sospecha que detrás de tanto apresuramiento y decisiones erróneas pueden estar muchos laboratorios farmacéuticos, los cuales poco o nada les importa la salud humana o más bien sí les importa, les importa que vivamos enfermos para ellos producir cada vez más sus productos y elevar sus ganancias y su poder. Hace varios en Zürich, Suiza, el gobierno dispuso un parque como si fuera una “zona de distensión” donde los drogadictos podían ir a consumir o inyectarse las sustancias psicotrópicas. Este sitio se volvió un paraíso para los europeos y al contrario de lo esperado se aumentaron los casos de muerte por drogadicción, por lo cual el gobierno suizo dispuso acabar con esta zona y más bien asumir con otras estrategias esta problemática. Desde luego que al drogadicto hay que tratarlo como un enfermo pero también debe seguir como un infractor de la Ley. Su rehabilitación no solamente deber ser con terapia especial sino también con el debido castigo penal. Quizás las autoridades policivas han sido también muy permisivas para la expansión de las drogas; ¿por qué no hay agentes infiltrados como civiles en las discotecas para detectar la venta de estas sustancias? Finalmente, esperamos que el Gobierno Nacional reaccione y en caso perdido que se someta, como bien lo plantea el Procurador, a un referendo donde todos los colombianos opinemos sobre este grave asunto.