“Eso es puro cuento chino”. Es una expresión de suspicacia e incredulidad común entre nosotros al referirnos a situaciones, hechos, proyectos, promesas, que resultan incomprensibles, mamagallistas e irrealizables. Los cuentos chinos se originaron cuando viajeros y comerciantes europeos regresaban de China en plena Edad Media y contaban sus experiencias cargadas de quimeras, imaginativas y exageradas, sobre seres fantásticos, monstruos que devoraban a marinos y barcos. Cuando dichas historias sonaban muy fantasiosas entonces se decía que los viajeros estaban narrando “cuentos chinos”. Traigo a colación un curioso “cuento chino”: “En las afueras de la aldea china de Pou vivía una abuela con sus 2 nietos. Un día los envío a la aldea para comprar víveres. Muy contentos con su abuela que había depositado confianza en ellos salieron con el dinero por el sendero. Al llegar a un puente (no se especifica el nombre) encontraron un pobre anciano que les preguntó a dónde iban. Les aconsejó, por lo tarde que ya era, que tomaran un atajo. Tomaron el atajo y a los pocos metros 2 bandidos, hijos del pobre anciano, les robaron dinero, carretilla y la ropa. Llenos de vergüenza y miedo regresaron a contarle a la abuela. Ésta les habló en tono sereno, los calmó, les dio de cenar, y los acostó dándoles un beso. Antes de salir del dormitorio preguntó: “¿tú Xan, qué has aprendido de esto? Yo, he aprendido que no nos podemos fiar de los viejos porque siempre nos engañan”. Sonriéndole le dijo: “te equivocas, soy una anciana y jamás te he engañado”. Mirando al otro nieto repitió: “¿y tú Pu, que has aprendido?” Yo, he aprendido a “esperar lo inesperado”. “Buena respuesta”, dijo, sonrió, les sopló un beso, y cerró la puerta. Moraleja: En el Huila tenemos cuentos chinos para todo. Algunos creíbles.