La Nación
Mayo lluvias mil… 1 29 marzo, 2024
COLUMNISTAS OPINIÓN

Mayo lluvias mil…

Yefer Vega

 

Una verdadera emergencia invernal atraviesa nuestro país pues durante este mes ha llovido sin parar en todo el territorio nacional y miles de familias se encuentran damnificadas. Según las cifras de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres UNGRD, entre el 16 de marzo y el 24 de abril, los daños ya han afectado a 6.813 familias en 210 municipios, en 22 departamentos. Y la historia se repite, cada año: ríos desbordados, inundaciones, deslizamientos, animales ahogados, casas destruidas, carreteras cerradas, cultivos arrasados, escuelas destruidas, en resumen, un desastre natural que no trae sino más pobreza y desolación.

Y es que la temporada de lluvias apenas empieza, generalmente es hasta el 15 de junio, siendo los meses de abril y mayo los que traen las precipitaciones más fuertes. Y aunque las cifras de la UNGRD muestran mayores afectaciones para la misma época en el año 2021, sí preocupa que en este 2022 apenas estemos comenzando la temporada de lluvias y los desastres aumentan.

La alerta roja no se ha hecho esperar. Todos los casos preocupan, por los posibles desbordamientos en la Cuenca baja del Río Bogotá y la Quebrada Cachimbula en Tocaima, Cundinamarca; el rompimiento del dique en El Guayabo en Puerto Wilches, Santander; la creciente súbita del Río Guayuriba en el municipio de Villavicencio en la Orinoquía; los posibles deslizamientos en el Pacífico (Valle del Cauca, Cauca, Nariño y Chocó), en la Región Andina (Tolima, Santander, Risaralda, Cundinamarca, Norte de Santander, Caldas, Boyacá, Quindío, Antioquia) y en la Orinoquía (Meta, Casanare); las fuertes lluvias en el Mar Caribe, en el centro y norte del Océano Pacífico, en el Golfo de Urabá y en cercanías al litoral de Córdoba y Sucre.

Sin ir más lejos, la creciente del Rio Pata en Aipe y las lluvias torrenciales en Palermo  Huila, en Antioquia se inundaron 4 municipios por el desbordamiento del Río Magdalena; en el Bajo Cauca Antioqueño en Caucasia se desbordó el Río Cauca; en Santander en Sabana de Torres se desbordó el Río Lebrija; en Barrancabermeja se desbordó el Río Magdalena inundando 10 barrios y la zona rural; en el Putumayo se desbordó el Río La Hormiga y dejó a 140 familias damnificadas, en el Valle del Cauca 27 de los 42 municipios han presentado inundaciones; y en Cundinamarca de los 116 municipios, 85 de ellos han sido afectados por las fuertes lluvias.

Y ni hablar de la Subregión de La Mojana: el pasado 20 de abril se rompió nuevamente el dique en el sector de Cara de Gato. Por allí entran las aguas del Río Cauca que inundaron los municipios de Guaranda y San Benito Abad en Sucre, y posteriormente, se hizo una nueva abertura en Santillana afectando pueblos de Córdoba y Antioquia. Las familias perdieron sus cultivos de arroz, sus animales y sus viviendas y debieron salir a las carreteras para no morir ahogados. Y aunque el Gobierno Nacional ha declarado la subregión de La Mojana como una zona de importancia estratégica, en la práctica cada año se presenta una emergencia similar. Con este CONPES hay grandes esperanzas de que las obras inicien en el segundo trimestre de este año y que se terminen en el 2026, con miras a reducir sustancialmente las inundaciones y a proteger el ecosistema.

Aunque la UNGRD, la policía y los habitantes de las zonas perjudicadas han estado presentes, se necesita una solución económica y de desarrollo, por parte del Gobierno Nacional. Muchas de estas zonas se han declarado en calamidad pública y es urgente una pronta evaluación de daños y necesidades para reubicar y ofrecer recursos a los afectados. Recientemente me conmovió una declaración que vi en la televisión nacional de una de las personas a quien el invierno le arrebató su vivienda con todas sus pertenencias. Decía “gracias a Dios salvamos la vida y aunque es muy triste haber perdido la casita, confiamos en que podremos salir adelante; el Gobierno nos ayudará y el país entero estará pendiente de ello”.

No sólo el Gobierno está llamado a atender la emergencia y a cumplir con su papel como salvaguarda de los colombianos en los diferentes territorios. La magnitud de la crisis obliga a un compromiso de empresarios, de las organizaciones de la sociedad civil y cada uno de nosotros, como ciudadanos, que de alguna manera podríamos hacer un aporte solidario para los afectados por esta monumental crisis invernal. Es necesario que en todo el país se activen los planes de emergencia y contingencia para las lluvias que vendrán. Aún faltan dos meses de invierno, según los pronósticos, y el panorama está muy oscuro. Se avecinan fuertes nubarrones y quizás un desastre mayor.

Lo más triste, es que gran parte de los afectados son campesinos que están en un sector como el rural, que ha sido duramente golpeado durante el 2021 y lo corrido del 2022, tanto por la inflación como por una crisis de los insumos agrícolas que aún no se supera. Por ello, deben ser nuestros campesinos el centro principal de todo tipo de ayudas. Ellos son los que han asegurado el alimento de toda la población en tiempos críticos como los de la pandemia. Por eso merecen lo mejor de todos.