La Nación
Me llamó a trabajar con él 1 19 abril, 2024
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Me llamó a trabajar con él

 «Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: — Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio. Pasando junto al lado de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús les dijo: — Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.  Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.» (Mateo 1,14-20).

Padre Elcías Trujillo Núñez

La Palabra del Señor en este domingo, nos presenta un relato también vocacional.  Jesús llamando a sus discípulos, esta vez para enviarlos a una misión importante: ser pescadores de hombres. El domingo pasado también se narraba el encuentro con Pedro y Andrés, pero en clave de relación. Y es que la fe cristiana tiene estos dos polos insustituibles: Encuentro y Misión.  Por eso se ha entendido siempre que, los verdaderos cristianos son los misioneros, los que están comprometidos, los que hacen algo por los demás.

Aquellos que ven el cristianismo no solo una conducta moral, un código de leyes, una doctrina social. Aunque tiene de todo eso también. La fe cristiana es ante todo Jesucristo y sin él, sin una relación de amistad transformadora con él, no hay cristianismo. Pedro y Andrés, como a nosotros nos puede ocurrir también, son primero llamados, convocados a vivir con Jesús, y desde este encuentro, todo cambia para ellos, dejan su antigua profesión, se van tras Jesús, son enviados. Sus vidas se han transfigurado. Dejarán todo por Jesús. Ya no tendrán sus redes la importancia que tenían antes.

Y el mar de Galilea se hará ahora tan ancho como el mundo. Ya no pescarán peces, saldrán a buscar hombres y mujeres para llevarlos a Cristo. Me pregunto desde mi ministerio sacerdotal: ¿qué pasa con tantos millones de cristianos que parece que no logran transformar el mundo y hacerlo el reino de Dios? Parece que no se han encontrado muchos con Jesús, que no han dejado atrás las redes antiguas, que no se han convertido de corazón. Y quizá entre esos cristianos estemos todavía nosotros, que no dejamos atrás nuestra antigua vida: egoísmos, comodidades, ambiciones, rencores, apegos. Seguimos apegados a las cosas, acomodados, sin riesgo ni valentía para emprender un nuevo camino ligeros de equipaje.

Por eso no avanzamos, no crecemos como cristianos, seguimos estancados, vivimos un cristianismo fácil, cómodo, compaginando tranquilamente nuestra fe con comportamientos que no son reflejos de un verdadero cristiano. Y ahí está también el mal testimonio que damos, al estar divididos en multitud de Iglesias, separados, pegados al pasado de una historia que ya no sirve para nuestros días, ¡Cómo decir al mundo que hay que unirse y vivir en paz si nosotros los propios cristianos estamos enfrentados y no seguimos el mandato de Cristo de “ser uno para que el mundo crea”!  Que renovemos nuestro compromiso de seguir en serio al Señor, de soltar las ataduras y aventurarnos con El, dejando que nos transforme y nos llene de felicidades mejores. No es fácil, porque a veces vivimos en una sociedad tan materialista y cómoda, que nos impide tomar decisiones radicales. Tampoco se piden heroísmos, ni de dejar los campos que Dios ya nos ha asignado: familia, trabajo, hogar, amigos, ocio, comunidad. Estamos llamados a cambiar ciertas actitudes, ser más amables, más solidarios, más generosos, más sonrientes, más cariñosos, más comprensivos, menos intolerantes, más alegres. Sólo así podemos ser pescadores de hombres, sólo así nos creerán y se preguntarán qué o quién nos mueve a actuar de esta manera diferente a como actúa la mayoría de la gente. Empecemos dando pequeños pasos, volvamos hoy a decir a Jesús que Sí, que cuente con nosotros para evangelizar nuestro mundo con los valores cristianos que son verdaderos valores humanos.  Y oremos por la unidad de todos los cristianos, llamados por Jesús, a dar unidos testimonios de la fe y del amor.