Lo que muchos no pensaban ni sentían tiempo atrás: la mejor noticia hoy para el continente latinoamericano sería la plena recuperación del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Es lo más conveniente para la ‘salud’ de relaciones comerciales bilaterales. Nunca antes fue tan vital que lleguen buenas nuevas sobre evolución del cáncer que padece el hombre fuerte de Venezuela. Tener a Nicolás Maduro al mando del Palacio de Miraflores no es peor, pero tampoco mejor. Preferible malo conocido que bueno por conocer. No pueden irse de la memoria sucesos lejanos y recientes donde Maduro ha sido abiertamente beligerante y descalificador de actos, decisiones y pronunciamientos colombianos. Siempre fue el escudero de Chávez para agredir, defender y agitar el vecindario político. Maduro ha lanzado dardos directos contra propios y extraños y es poco amistoso frente a críticas dentro y fuera de Caracas. Es probable que el flujo comercial binacional no sufra tropiezos. También que el pago de deudas por parte de importadores venezolanos a exportadores colombianos siga su curso normal. En la frontera común es común que continúen escaramuzas y reclamos de ambos lados por eventuales apariciones de la guerrilla de las Farc o reclamaciones de la población civil, principalmente del lado nuestro. En cuanto a la injerencia o no de Caracas en el manejo de diálogos de paz entre el Gobierno de Bogotá y las Farc, todo apuntaría a la discreción. Ni Chávez ni sus seguidores parecieran interesados por estos días en comentar el asunto y menos en tomar partido frente al proceso con subversivos. El principal interrogante este martes pasa por qué tan grave es el cáncer que sufre el mandatario venezolano y qué posibilidades reales tiene su recuperación. Los informes médicos desde Cuba son precarios y moderados. Quienes apostaron y fallaron a que él no estaría vivo ni siquiera para las pasadas elecciones, hoy guardan silencio. Ni siquiera cuando su cuadro clínico parece bien complicado, nadie aventura sobre su mejoría o no. Colombia ya sabe a qué atenerse con Chávez gobernando y diciendo. Con Maduro, qué sabe nadie. Lo único es que intentará hacer lo mejor que le ordene el comandante. En Caracas, las últimas dos semanas se ha vivido clima de incertidumbre. Los seguidores de Chávez no se sienten tranquilos ni seguros sin su líder al frente. Temen choques sociales influidos por presiones políticas de la oposición. Preocupa el costo de vida y desabastecimiento de productos de canasta familiar, mayor desempleo e inseguridad y violencia en las calles. Chávez, del odio a las oraciones.