La Nación
¡Mi bebé no come! 2 16 abril, 2024
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¡Mi bebé no come!

El pediatra Miguel Andrés Bayona enumera cuáles son las situaciones más constantes que viven a diario los padres de familia a la hora de alimentar a sus hijos. En cada una de ellas explica cómo actuar para que los niños coman adecuadamente.

 

 

¡Mi bebé no come! 8 16 abril, 2024

Miguel Andrés Bayona Ospina, Doctor Barbuchas

Médico Pediatra – Máster Universitario en Cuidados Paliativos Pediátricos

@pediatraencasa

 

Una de las preguntas que más me hacen en mi consultorio y en redes sociales es acerca del bebé o el niño que no come. En nuestra sociedad siempre existe esta preocupación habitual por el niño que al sentarse a la mesa no come todo lo que quisiéramos, o que solo come algunos de los alimentos que se le sirven, o que definitivamente no prueba bocado. Horas sentados al lado de nuestros hijos, con el plato enfrente, haciendo todo tipo de malabares, sin conseguir que se alimenten como esperamos. Entonces vienen las preocupaciones por el peso, por las enfermedades que podrían adquirir; luego vienen las idas a los controles médicos y de enfermería, la remisión al pediatra, los exámenes, esperar que nos receten alguna vitamina o antiparasitario “que les abra el apetito”… pero nada: el problema, luego de todo esto, sigue allí. Es una situación angustiante; sin embargo, en la mayoría de casos tiene solución.

 

Por esto hoy les tengo algunos consejos y situaciones para aprender a controlar esto en casa:

  1. No existen vitaminas “mágicas” que ayuden a abrir el apetito. Esto es de lo más difícil de comprender, porque por años se ha recomendado sin que se obtengan los beneficios esperados. La mayoría de niños que no comen lo hacen porque tienen malos hábitos al alimentarse (que los mencionaremos más adelante) o porque sencillamente los padres esperan que coman más de lo que ellos pueden. Por tanto, el problema no es de apetito, se resuelve ajustando conductas tanto en los padres como en el niño. Definitivamente, no hay ningún medicamento “mágico” (ni complementos, ni vitaminas, ni purgantes) que vayan a solucionar esto. Siempre que los padres me piden algún suplemento, mi respuesta es: “Mejor invirtamos ese dinero en alimentos saludables”.
  2. Si el niño crece bien, probablemente el problema no es grave. “La abuela (o el tío o el vecino) me dijeron que está muy flaco”, son comentarios habituales de los papás en la consulta, pero luego de pesarlos y tallarlos, vemos que los niños están creciendo dentro de lo normal. Hay que tener esto claro: si el crecimiento va bien, esto muy seguramente indica que lo poco (o mucho) que come el niño, al parecer, es suficiente, y los ajustes que habrá que hacer a la dieta no serán muchos (tal vez ninguno). Sus hijos son tan inteligentes que solo comen lo que necesitan. Pero, eso sí, en caso de que no crezca bien, lo ideal es tener una consulta médica especializada.
  3. Los niños normalmente no comen todo lo que quisiéramos que comieran. ¿Le ha pasado alguna vez que ve un plato lleno de comida y se le quita el hambre? Bueno, esto le puede estar pasando a su hijo. Un problema que identifico habitualmente es que los papás esperan que los niños coman más de lo que pueden, incluso que coman igual que ellos. Si hay un buen crecimiento y el niño, según sus padres, come poco, a lo mejor están esperando que coma más de lo que debe. Hay que recordar que son pequeños y sus estómagos también.
  4. El niño solo toma líquidos y no le gusta comer seco . Esta es una queja frecuente, sobre todo acerca de los menores de un año, pero que se puede extender a los mayores. Sucede casi siempre cuando no se inicia la alimentación complementaria a tiempo (esperando hasta los ocho o nueve meses) o cuando se hace solo con jugos y caldos. Por mucho tiempo se recomendó (y se sigue haciendo) que, al dejar la alimentación exclusiva con leche materna a los seis meses de vida, se les den solo líquidos. Esto retrasa ese proceso de aprendizaje y genera dificultades. Lo recomendado es iniciar la comida sólida a los seis meses. Es la que vamos a comer toda la vida y la que más nos alimenta. Se puede empezar con alimentos de consistencia blanda y en trozos pequeños; incluso permitir que ellos mismos la tomen y la lleven a la boca.
  5. Solo come ciertos alimentos. Es común que los niños un poco mayores, y sobre todo aquellos a quienes no les han dado diferentes alimentos, sean selectivos al comer: “Solo come arroz con huevo”, “No come ninguna fruta”, “Pero póngale un dulce, doctor, y verá cómo se lo come”, son los comentarios usuales. Los niños aprenden a comer lo que les enseñamos a comer, y puede que en algún momento les deje de gustar algún alimento en especial, pero hay que seguir ofreciéndolo. Así como nosotros, hay días en los que ellos no quieren comer algo o se cansan. Si dejamos de darlos, o los remplazamos por otros (como al niño que le dan un yogur y una galleta porque no almorzó), entonces ellos aprenden a no comer “lo que no les gusta” y esperar el premio: recibir lo que sí quieren. El apetito y los gustos de los niños son variables, como los de todos.
  6. Me toca pasar horas sentado a la mesa con él. A los niños no hay que obligarlos a comer. Lo repito: a los niños no hay que obligarlos a comer. Ni se les obliga, ni se les ofrecen premios por comer, y mucho menos se les castiga por no hacerlo. Todas esas conductas solo hacen que le tengan más fastidio a la comida. ¿A quién le gusta que lo obliguen a algo? Ahora imagínense comer obligado. ¿Qué tal que a usted lo obligaran a comer sin tener hambre? Claro, tampoco se esperan horas a que coma, no. Usted le sirve la comida y si luego de un tiempo (unos treinta minutos) no ha comido, levanta el plato y en una hora (en la que no debe probar nada) le vuelve a ofrecer. Tampoco debe distraerlos con televisión, celulares o tabletas; la alimentación debe ser un acto consciente y divertido.
  7. Disfrute el momento. Es importante estar tranquilo. Es difícil, lo sé. Todas estas situaciones generan estrés y ansiedad en los padres que ven a sus hijos delante del plato, aburridos, mirando hacia el techo; pero como ya lo mencioné, si se les obliga, si se sienten presionados o abrumados, menos van a comer. La alimentación no debe ser el momento del día en el que todos discuten porque no se come, debe ser un momento de tranquilidad, para compartir en familia, para conversar y disfrutar. Si el cambio empieza por ahí, es un muy buen primer paso.

 

Sugiero unos bocados:

“Pero póngale un dulce, doctor, y verá cómo se lo come”.

Los niños aprenden a comer lo que les enseñamos a comer, y puede que en algún momento les deje de gustar algún alimento en especial, pero hay que seguir ofreciéndolo.

En la mayoría de casos, la inapetencia de los niños se soluciona con buenos hábitos alimenticios. Si se nota que el crecimiento no es apropiado, lo mejor es acudir a una consulta médica especializada.